El mismo concepto de violencia machista, como todo lo que rodea al feminismo, es una patraña. Lo que hay es violencia en la sociedad, siempre la ha habido. Y la violencia se ejerce sobre el más débil (física y socialmente), porque nadie va a buscar camorra con el que sabe que es más fuerte. Valientes hay pocos. Y se puede pegar a la mujer, a los hijos o a quien sea que puedas hacerlo sin que ofrezca una resistencia que suponga un peligro serio. Y si en una pareja el hombre está en una situación de debilidad (pongamos, está postrado en cama), de darse una agresión será en el sentido contrario al preestablecido por el credo woke. No es del hombre a la mujer, es del fuerte al débil. Correlación no implica causalidad, pero como para explicárselo a los analfabetitos que vomitan las universidades españolas.
Por lo tanto, la labor es erradicar la violencia, quienquiera que sea el autor y la víctima. Como también en el caso de cuidadoras que maltrataban a ancianos, a niños o subnormales, también varones. ¿Por qué? Por lo mismo, porque pueden, porque son más fuertes, porque se puede ejercer esa violencia con impunidad. Por lo mismo que un policía o un juez también la ejercen, golpeando con toda la potencia del Estado, y con el aplauso general.
Según la sociedad progresa, adopta otros comportamientos menos violentos (aunque no siempre menos lesivos), y la violencia va remitiendo. Realmente, lo que debería erradicarse es la imposición, la violencia es sólo uno de sus instrumentos (e incluso, la violencia puede ser el recurso que procure restablecer el fiel de la balanza). Pero de estos temas con enjundia ya se ha dejado de hablar en beneficio de las luchas culturales del postmodernismo identitario.
Destacar ciertos casos de violencia sobre otros, porque reafirma el preconcepto de oprimidas y opresores que instituye la religioncita de moda es infame, pues su conclusión lógica es que hay individuos socialmente más valiosos que otros, como en el Antiguo Régimen.
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La mirada del mendigo 
ojito a la respuesta q me dieron el otro dia hablando sobre esto, ni mas ni menos me dijeron q si ni a mi ni a entorno nos iba a afectar, q mas me daba q las penas a los hombres fueran mayores por el mismo delito. Eso mismo pensarian en Alemania sobre la «cuestion» judia, le dije. Intentar una discusion seria, con razonamientos, es un cachondeo, hasta me llego a decir que en donde se discriminaba al hombre, q se lo enseñara, jajaja. Fue ridiculo.
Por cierto creo q en la ultima convocatoria para GC o policia han bajado los requisitos a las mujeres aun mas, para q entren aproximadamente un 40 %. Al final son policias, q poco cambiara entre uno y una, pero llegara un momento en que exigiran tb rebajar notas a medicos o a cirujanos, para cubrir un cupo.
Saludos, y por cierto yo tb ando desganao, jejeje
Comentarios por Emilio Fernandez — 11 diciembre 2022 @ 20:55 |
Pero insisto, con esta mierda del feminismo y demás chorradas, no estamos hablando precisamente de violencia policial (como si me importase quién me humilla, si hombre o mujer), del auge del autoritarismo, de la judicialización de todos los aspectos de la vida, la pérdida de espacios de libertad…
Yo le estoy volviendo a coger gustillo a esto de vomitar bilis. Te lo recomiendo. Ya sabes que tienes las llaves del chiringo. 😉
Comentarios por Nadir — 11 diciembre 2022 @ 23:40 |
Yo también lo recomiendo, esta semana
me está lapidando por correspondencia un buen amigo,
y es mucho mejor que me lapiden en público, es fantástico…
Dicen que la calidad de un hombre se mide por la de sus detractores.
Comentarios por Juan Manuel Grijalvo — 13 diciembre 2022 @ 1:24 |
El postmodernismo identitario tiene muchos tics de las viejas religiones, como la señalación de la virtud o el ostracismo de los disidentes.
Yo no cago verdades, no pretendo tener el monopolio de la razón. Me basta con tenerla más veces de las que no. Ahora bien, hay ciertas fuerzas políticas que pretenden convertir el contenido de esta entrada en delito (negacionismo de la violencia de género). Y eso es muy grave. Cabe que alguien no esté de acuerdo con lo que aquí planteo. Pero hay quien, con su voto, está promoviendo que yo no pueda decirlo. Y esto también es muy propio de la religión: cuanto más idiota es lo que dices, mayor necesidad de evitar la controversia e imponer la verdad revelada.
Comentarios por Nadir — 14 diciembre 2022 @ 1:47 |
Según los afirmacionistas, los que no les damos la razón somos negacionistas. Es un ahorro importantísimo de su energía mental. Ya no hace falta analizar ninguno de los argumentos que podamos aducir. Somos heterodoxos, y se nos descalifica como seres humanos, se nos priva de la presunción de veracidad, se nos quita el derecho a expresar nuestras opiniones… En una palabra, cancelación.
Comentarios por Juan Manuel Grijalvo — 14 diciembre 2022 @ 21:43 |
Realmente, deberíamos ir prescindiendo de poner etiquetitas al emisor para ahorrarnos el trabajo de pensar sobre el contenido. Porque ciertamente, pensar cuesta trabajo, pero ahorrárselo tiene consecuencias mucho peores.
Comentarios por Nadir — 16 diciembre 2022 @ 14:01 |
Saludos:
Busque usted el origen de eso que llaman «cultura de la cancelación» que nos vamos a meter unas risas. Se empezó con aquello y millones de personas acabaron «bebiendo leche negra al amanecer».
Comentarios por qatalhum — 16 diciembre 2022 @ 14:26 |
Um. Sí, ahí está el clásico «Don’t Be a Sucker»…
Comentarios por Juan Manuel Grijalvo — 16 diciembre 2022 @ 14:55 |