Un metaestudio sobre la percepción mundial de las tres grandes potencias.
A World Divided: Russia, China and the West
Esto pasa mucho en teocracias o, más en general, cuando hay un poder que controla la información e impone la hegemonía de su mensaje. El público se cree que los dogmas que son moneda común en su entorno son verdades universales, sin percatarse que fuera de esa burbuja autorreferenciada, el resto del mundo los desprecia. Lo que es evidente e incontrovertible en un sitio, es ridículo y absurdo allá donde no es impuesto.
Insisto, esto vale para la religión o cualquier otra consigna política, y en este caso con el empeño de la maquinaria política-mediática de presentar como malvadas y amenazantes a Rusia y China. Como era de esperar, esto sólo ocurre en poblaciones que han sido sometidas a esta campaña de construcción de un enemigo común.
Que al final, hay que acabar reconociendo que el grueso de la sociedad piensa lo que le inducen a pensar; alinea sus convicciones con las del poder, gracias a esa maquinaria de construcción ideológica. Y entonces uno se debe plantear qué poso puede quedar de democracia, si las sociedades pueden ser dirigidas por las riendas como quien monta una caballería. La ilusión de libertad es la más elaborada de las jaulas.
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La mirada del mendigo 
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