Se define rendimiento, de forma genérica, como el cociente entre el producto obtenido y el coste de su obtención.
No parece un concepto críptico, demasiado complicado para ser comprendido y usado por el común de los mortales. Sin embargo, parece que está por encima de las capacidades intelectuales de los hacedores de opinión, lo que últimamente nomino maquinaria político-mediática.
O son tontos, o se lo hacen.
Ya hace un tiempo tuve que bajar al terreno de lo vergonzosamente evidente para señalar que es ridículo comparar una central nuclear con un terrenito con paneles solares. La comparación pertinente se realiza igualando el producto obtenido, en este caso la generación eléctrica (luego hablaríamos de la calidad de la onda, la disponibilidad y demás).
Algo parecido ocurre con la contaminación de un barco portacontenedores. Por supuesto que contamina muchísimo más que el motor de un trailer, y éste mucho más que el de una furgoneta de reparto. Es obvio que sí. Pero también debería ser obvio que…
Vamos, creo yo. Es que siento vergüenza de escribir cosas que harían sonrojarse al prócer don Pero Grullo.
Ahora les ha dado por satanizar la ganadería industrial, científica, ensalzando a su vez la ganadería tradicional, extensiva, pequeñas explotaciones familiares y todo eso que le encanta a la izquierda progre (qué cara pondrían en la URSS de saber que los ideales de la reacción conservadora acabarían abanderando la izquierda).
En primera instancia, yo prefiero la primera porque no me mete la mano en el bolsillo. Mientras que la segunda sólo es rentable sostenida por subvenciones. De hecho, la ocupación principal de estos «ganaderos» es la caza de subvenciones, siendo la venta de carne una actividad paralela que redondea sus ingresos.
Y el tamaño de las granjas, como en cualquier otra actividad productiva, crece para buscar la eficiencia en las economías de escala. ¿Dónde está la novedad?
Ese cerro se llama o alto da Cota, detrás está Portugal. Ese regato, hoy seco, es el que formará la frontera un poco más abajo, en Feces. Ya podéis comprender que conozco el entorno.
El paisaje, ya lo véis: un monte requetelimpio. En la foto no se aprecia bien, pero las lomas al otro lado del regato han sido también recientemente quemadas. La acémila que firma el artículo anotó diligentemente las 170 vacas que le dijo el ganadero, sin osar cuestionárselo. En ese monte nunca hubo más de 100. La extensión «limpiada», Sixpac mediante, son unas 200 ha.
Y sí, por supuesto que una granja de engorde de 20.000 cabezas plantea unos problemas ambientales muy serios, por supuesto que sí. Pero son 20.000 terneros. Ocupando 33 ha.
¿Cuál sería el impacto en el entorno de criar 20.000 terneros de la forma tradicional que vemos en la segunda imagen? Sin olvidarnos nada, tampoco sus tradicionales y entrañables incendios para generar pastos. ¿Cuál el económico de subvencionarlo?
Esa es la cuestión. Para establecer una comparación pertinente, debemos igualar la producción.
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NOTA: Haciendo un esfuerzo supremo, la UE ha presupuestado 15.000 M€ en inversiones en el sector de los semiconductores para tratar de recortar el terreno que nos aventaja Asia. En los próximos 10 años. El presupuesto de la PAC son, tras el recorte del año pasado, de 343.990 M€. Cada año.
Son prioridades.
Si no podemos fabricar microprocesadores, venderemos alimentos a aquellos que nos los venden. Un plan sin fisuras. ¿Qué puede salir mal?
(que ni siquiera seamos capaces de competir en los mercados internacionales de alimentos, con nuestros pequeños productores y sus pintorescas familias).
Recientemente hice una tala de alóctonas en una finca (básicamente, coníferas y carballos americanos), y la legislación me obligaba a eliminar los restos mediante quema. Apilé ramas y hojarasca y, efectivamente, les apliqué llama. Estuve toda la mañana alimentando una hoguera que duró hasta el anochecer, y me sentía especialmente estúpido de eliminar a pura pérdida lo que podría haberse aprovechado para generar electricidad o, sencillamente, dejado descomponerse y enriquecido el suelo, la forma más evidente de secuestro de carbono que todos tenemos a mano: dejar que la celulosa se descomponga, en vez de quemarla.
Aunque sólo eran 12 pies, y los troncos y ramas más gruesas ya se la había llevado (de gratis) el maderista (otros aún me cobraban por el esfuerzo de llevársela, manda carallo), la combustión de toda esa biomasa generaba un calor (energía) como la que yo consumiría en años para mis necesidades de calefacción, cocina y transporte (debo ser rarito, pensando en eso mientras acarreo brazadas de ramas para tirarlas a la hoguera).
Eso me llevó a pensar lo sencillo que sería alimentar una planta de biomasa con el producto de las quemas agrícolas y forestales que ahora cada particular hace por su cuenta, como decía a pura pérdida. Qué costaría que un camión de la Xunta cargase y se llevase toda esa vegetación a coste cero, quitándole un trabajo y un problema al paisano, además del riesgo de que el fuego se descontrole. Pero para qué complicarse la vida gobernando, si dejando que las cosas sigan igual también se ganan elecciones.
Y ahora yo me digo: son 12 pies. ¿Qué será de la energía, y las emisiones asociadas, a la combustión de las decenas de miles que tienen lugar durante un incendio forestal?
Pues vamos a hacer los cálculos. Tomemos el incendio de la Sierra de la Culebra, que quemó 30.800 hectáreas de pino y matorral. Una monstruosidad.
¿Cuáles son las emisiones asociadas de un incendio forestal? Depende mucho del tipo de incendio (si es rápido la combustión es incompleta) y, por supuesto, de la masa de biocombustible por hectárea. Consultando un poco de literatura, me permito estimarlo entre 10 y 30 tC/ha, tomando en solución salomónica la media para esta primera aproximación de andar por casa. Es decir, el incendio de la Sierra de la Culebra provocó unas emisiones directas de 616.000 toneladas de carbono, que suponen 2.258.667 de CO2 (masa molar 12 y 44 respectivamente).
Casi dos millones de toneladas de CO2. Eso es como cuando hablan del coste del rescate a la banca, nos perdemos al llegar a números tan grandes. Vamos a ponerlo en relación.
Un utilitario como un Clío dci tiene unas emisiones WLTP asociadas de 108 g de CO2/km. Eso supone que deberíamos hacerle al cochiño 20,91 millones de kilómetros para equiparar las emisiones de efecto invernadero que produjo el incendio de Zamora. Mmmm, me da a mí que el pobre Clío no iba a aguantar tanto. Además, queríamos reducir los números y los hemos hecho aún más grandes.
Tenemos que escoger algo más grande para hacer la comparativa. Mucho más grande. Todo el sistema eléctrico español. El año pasado fue la fuente de 35,96 millones de toneladas de CO2, a una media de 0,09 megatoneladas al día.
El fuego de la Culebra duró cuatro días. Es decir, emitía CO2 a razón de 0,56 millones de toneladas al día. O, puesto de esta forma: mientras duró el incendio, estaba emitiendo CO2 a una tasa que era 6,2 veces superior a todo el sistema eléctrico español.
Si tomamos un término de comparación aún mayor, las emisiones totales en España. Es decir, el sector eléctrico, más la industria, el transporte, la agricultura y la ganadería, la calefacción… totalizan 288,6 millones de toneladas de CO2. Es decir, una media de 0,79 megatoneladas al día, en toda España, en todos los sectores económicos. Una cifra no tan lejana de las 0,56 que se estaban emitiendo sólo en esa sierra de la comarca de Aliste.
Ciertamente, el incendio de la Culebra fue excepcional. Pero no una excepción. Las 30.800 hectáreas en un solo incendio fueron una catástrofe; pero a principios de Agosto ya van quemadas 228.000 hectáreas, en muchos pequeños incendios, no tan mediáticos. Y falta lo peor del verano (al menos aquí la danza del fuego suele empezar el puente del 15). Esa superficie quemada equivale a la emisión de 16,72 megatoneladas de CO2; casi la mitad de lo que produce el sistema eléctrico español en todo un año, y hasta las lluvias de Octubre aún queda mucha fiesta.
Cuanto menos, los incendios forestales son un aporte relevante, significativo y digno de ser tomado en consideración, de emisiones de efecto invernadero. Además del impacto directísimo sobre los ecosistemas afectados.
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate, leyó Dante a las puertas del Erebo.
Estoy sorprendido de la velocidad con que se nos está aproximando el monstruo climático. Las simulaciones de calentamiento global se están revisando al alza, pues reiteradamente los modelos quedaban obsoletos por excesivamente optimistas. Se han infravalorado los mecanismos de retroalimentación (fusión del permafrost, reducción de la superficie, y por lo tanto el albedo de los casquetes polares, mayor proporción de vapor de agua en la atmósfera…).
Tenemos un problema gordo. Y lo peor de todo es que este problema es insoluble. Me crispa que se reduzca la cuestión a que unos burguesitos pongan paneles fotovoltaicos en su chalet y se compren un coche a pilas. Creo que la gente no se da cuenta de la magnitud del reto.
Consumo mundial de energía primaria, por fuentes:
Y dentro de esas renovables hay fuentes de energía que implican reacciones de combustión para su uso y, por lo tanto, emisiones de CO2: cogeneración y toda la incineración de biomasa, sea tradicional (leña y carbón vegetal), o en forma de pellets o incineración de residuos agrícolas, industriales o urbanos.
El debate se centra en el sistema eléctrico, pero sólo es una parte menor del consumo energético. Que es sólo una parte, la principal pero no la única, de las emisiones de efecto invernadero asociadas a la actividad humana. Por ejemplo, de qué me sirve a mí ahorrar butano si luego cualquier desgraciado es causa en un momento de más emisiones de CO2 que las que yo emitiría en cientos de vidas, provocando un incendio forestal para crear pasto para sus putas vaquitas, abaratar la madera o defender su puesto de trabajo.
Ciertamente, la electrificación de algunos procesos (bomba de calor, transporte electrificado…) supondría una ventaja en la eficiencia del uso de esa energía de mayor nivel, que es la electricidad. Pero mirad esas tres primeras series.
No, las habéis visto pero no las habéis mirado. Volved a hacerlo con atención.
Los números, las cantidades, importan.
Quizá no sea un imposible absoluto teórico, pero los cambios que implicarían son imposibles en la práctica, pues irían contra el interés de muchos actores que deberían asumir su pérdida voluntariamente.
Otro gráfico, para añadir la perspectiva histórica:
Y por mucho que en este rincón del mundo se hagan esfuerzos, en parte elogiosos, en parte hipócritas, para reducir la emisión de CO2 y equivalentes, el resto del mundo sigue creciendo económica y demográficamente, desarrollándose, y pasando por la fase de uso intensivo de combustibles fósiles antes de llegar al nivel económico y tecnológico en el que nos encontramos, en el que ya empezamos tímidamente a cambiar a otras fuentes de energía, no sin problemas asociados. De hecho, estamos trasladando emisiones a China, donde se fabrican la inmensa mayoría de células fotovoltaicas con las que pretendemos blanquear nuestra conciencia.
Sigo con datos del BP Statistical Review. Crecimiento anualizado por áreas geográficas del consumo de energía primaria (2011-2021). Y lo pongo en relación (segunda cifra) con la evolución de las emisiones asociadas al consumo energético, anualizada, en el último decenio. Como vemos, hay un desacople entre consumo y emisiones gracias al uso de tecnologías más eficientes y descarbonizadas, menos notable cuanto menor es el grado de desarrollo económico y tecnológico (la única salida es más ciencia y más riqueza, no menos).
Europa: -0,6% / -1,9%
América del Norte: -0,1% / -1,2%
Centro y Sudamérica: 0,3% / -0,1%
ex-URSS: 0,9% / 0,4%
África: 2,1%/ 1,6%
Oriente Medio: 2,2%/ 1,8%
Asia y Oceanía: 2,8% / 1,8%
Esas tonterías del decrecimiento tienen algún sentido entre la clase media funcionarial de la envejecida Europa, pero ahí fuera hay un mundo enorme que sigue creciendo y desarrollándose. Y consumiendo más energía.
Y tienen derecho a ello, pues aún la diferencia es enorme. Consumo de energía (GJ) per capita:
Europa: 122
América del Norte: 227
Centro y Sudamérica: 54
ex-URSS: 163
África: 15
Oriente Medio: 143 (con diferencias brutales entre las petromonarquías y el resto).
Asia y Oceanía: 64
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Particularizando en algunas economías:
EEUU: 280
Brasil: 59
Alemania: 152
Francia: 144
UK: 107
Suecia: 219 (hace frío, y según haga menos frío sus economías serán más competitivas).
Rusia: 214 (idem)
Arabia Saudi: 301 (el extremo opuesto, tirarán cada vez más de aire acondicionado)
Egipto: 36 (también hace calor, pero no se lo pueden permitir)
Qatar: 686 (aquí cuenta el consumo de los trenes de licuefacción de su principal y prácticamente única industria).
China: 109 (bajo para ser la fábrica del mundo)
Japón: 141
Vietnam: 44.
Aquí vemos que EEUU es muy ineficiente energéticamente. Para crear una unidad de riqueza, usa mucha más energía que otras economías desarrolladas (la intensidad energética depende mucho del modelo productivo de cada economía, como comentábamos antes con Qatar).
Aunque a fuer de ser justos, en parte se debe a que EEUU tienen una potente industria petrolífera y gasística de la cual los demás carecen y que sube el dígito (Canada tiene 2,45 kWh/$), mientras que la City lo baja.
La buena noticia es que la intensidad energética mundial está cayendo. Cada vez generamos más riqueza con menos energía y, además, con energía con menos emisiones asociadas. La tendencia es buena.
¿La mala noticia? Que el ritmo no insuficiente para compensar el crecimiento de la producción de riqueza y el consumo de energía asociado. Cada vez el mundo consume más energía, más hidrocarburos y emite más CO2.
¿Por qué mencionaba antes a los EEUU? Porque estos meses ha quedado prístinamente claro que Europa es un actor secundario sometido servilmente a la potencia norteamericana, sin autonomía geoestratégica. A una orden de EEUU, se somete a decisiones autolesivas. Y, en mi (nada modesta) opinión, el arma más poderosa que podríamos desarrollar contra el cambio climático sería la implantación de un régimen aduanero armonizado (quizá la entrada más relevante que haya escrito) en función de la intensidad de carbono de cada industria. Podría desarrollarse en Europa (ya que le interesa) y arrastrar a otros bloques económicos, los exportadores asiáticos, introduciendo incentivos para la descarbonización de sus economías. Pero a EEUU esto no le conviene pues vería gravadas sus exportaciones por todo lo antedicho y, por lo tanto, tened por seguro que tal idea erá abortada. De hecho, la propuesta europea se encuentra bloqueada durmiendo el sueño de los justos.
Nota al margen: cada vez es más evidente que EEUU sólo permite la promoción de políticos solícitos con sus intereses a las altas instituciones europeas. Tiene la capacidad de instalar un filtro, de requerir un placet, de aupar a los personajes que tiene en nómina. Borrel o von der Leyen son un magnífico ejemplo. No conozco contraejemplos.
Esta propuesta sí que tendría la potencialidad de modificar sustancialmente el panorama. En su lugar, la industria ofrece abalorios para que algunos individuos de la clase media de las economías avanzadas (por ahora) puedan descargarse de culpa, remarcando su virtud frente al resto. Esto puede ser la base de un lucrativo negocio, pero no supone solución alguna (sólo deslocalizan las emisiones y, de hecho, provocan otros problemas con su voracidad de recursos).
Conductas y compromisos individuales NO CAMBIAN NADA. Sólo desvirtúan el problema, distraen la atención. La culpa es tuya por no comprarte un Tesla.
¿Resumen de todo lo anterior?
Es tarde. Y es imposible.
No se puede acometer un cambio de modelo energético en tiempo suficiente para evitar la catástrofe. El mundo es mucho más grande que tu barrio, más diverso que el vecindario de tu urba.
Es varios órdenes de magnitud imposible detener el cambio climático. Y obviamente me gustaría estar equivocado, pero no lo estoy.
Buscando dónde había sido el incendio que teñía ayer de rojo la luna, me topo con una noticia cuyo titular copio, ilustrada por esta foto.
La noticia no vale nada, una y otra vez la constatación de lo ardido sin profundizar en las causas. Pero la foto es verdaderamente genial.
Supongo que el autor ni siquiera se percató del valor simbólico de la escena que estaba capturando, sencillamente mostró lo que veía. Ésas son las más honestas, las mejores.
Tras el enorme incendio, anda todo el mundo intentando arrimar el ascua a su sardina. Los políticos, echando las culpas al rival, un clásico (luego cobran sueldos de «responsables», cuando llega el momento de asumir responsabilidades adoptan el comportamiento innoble de un niñato mal criado). Los servicios de extinción, haciendo campaña para que los contraten también en invierno para desbrozar el monte (dicen limpiar, hasta ellos han comprendido la importancia de controlar el diccionario). Y los paisanos, pidiendo lo de siempre: más subvenciones, indemnizaciones y paguitas. La España Vaciada no, la España Subvencionada.
Como es premisa en este espacio, vamos a ir más allá del cacareo mediático para intentar aportar algo de contexto a la situación, a decir las verdades del barquero que los papagayos del poder no se atreven a enunciar.
Los lugareños de la zona, al abandonarse esas sierras antes dedicadas a pasto, eligieron destinarlas a un monocultivo forestal: el pino. Si visitáis ese sector central de la Sierra de la Culebra a vista de pájaro, podréis comprobar como casi la totalidad de la superficie está (estaba) cubierta por pinares de repoblación.
Podrían sencillamente haber permitido que se renaturalizasen, siendo retomadas por las especies autóctonas en esa zona, fundamentalmente Quercus pyrenaica y Quercus ilex (rebollos y encinas), además de otras decenas de mayor o menor porte (insistimos, el monte bajo es una parte inherente de un ecosistema boscoso). Podían pero no lo hicieron, las tierras eran suyas y ellos podían plantar lo que les daba la gana. Fue su voluntad y nadie osó impedírselo. ¡Faltaría más!
Así, crearon una masa continua monoespecífica de pinos en torno a sus pueblos. Y nadie protestó por el crimen ecológico que suponía, porque daban un magro dinerito y ningún politicastro está dispuesto a perder votos por eso de la ecología, que viste bien en los discursos pero no para inmolarse en pos de ella. La pérdida de biodiversidad al convertir la Sierra en un cultivo de madera para la industria no le importaba a NADIE. El riesgo de incendio inherente a una enorme superficie cubierta por una especie pirófita, fue desdeñado. Como construir en terreno inundable ¿Quién lo iba a decir? ¿Quién iba a decir que podía arder un pinar en el cuadrante noroccidental de nuestra Península? ¡Menuda sorpresa!
La sorpresa es que semejante extensión de pino, además al lado mismo de Portugal (para el caso, Mordor, ya que estáis en el Google Maps volad un poco más al Sudoeste y sobrecogéos), aún no hubiera ardido hasta ahora.
Y llegó el día. Y parece ser que, esta vez, incluso no hizo falta que los maderistas pagasen a ningún desgraciado, una tormenta seca les hizo el trabajo.
Y ahora, los mismos palurdos que decidieron sacar unos dineros impidiendo la regeneración ecológica de su tierra con sus putas plantaciones de pinos pretenden quejarse de que el Estado en sus diferentes administraciones no les proporciona suficientes medios de extinción. Su actividad privada, además de la destrucción natural, genera unos riesgos para la vida y la hacienda de las personas (ellos mismos, hay que ser necio), y pretende que sea el Estado con dinero público el que la sufrague.
¿Qué otro sector económico es tan pedigüeño como esta España atrasada, improductiva, subvencionada? A mí sólo se me viene a la cabeza la banca, la otra niña mimada de la clase política, por bien otros motivos.
Oír hoy hablar de catástrofe natural, de la pérdida de valores ecológicos, me causa arcadas. No, lo que se ha echado a perder, lo que realmente les importa, ha sido el negocio de producción de madera que se tenían montado, en los márgenes del cual, efectivamente, procuraba desarrollarse la vida salvaje auspiciada por el abandono de la zona merced a la baja densidad de población. La catástrofe natural ocurrió hace más de cincuenta años, cuando empezaron a poner pinos en las tierras que iban quedando abandonadas, sembrando la semilla de lo que ha ocurrido estos días.
Y cuando pasen las lágrimas de cocodrilo y vendan por cuatro duros la madera quemada que hay en el monte. ¿Sabéis con qué van a volver a repoblar?
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