La mirada del mendigo

31 diciembre 2020

La calidad

Filed under: Ecología,Galicia — Nadir @ 12:49

Me sacudo la desgana para compartir con vosotros un estudio sobre la distribución y la calidad ecológica de las masas forestales en el planeta, cuyo objeto es crear esta herramienta de visualización de los datos obtenidos (es decir, un mapa, ya estoy yo también cayendo en la estúpida moda de enmarañar innecesariamente el lenguaje).

Para los que tengáis curiosidad en el proceso, realizan un mallado y a cada tesela con cubrición arbórea le asignan una nota derivada de las amenazas a la biodiversidad observadas (agricultura, urbanización, tala…)  e inferidas, más la falta de continuidad de los hábitat. En el artículo enlazado dan más datos. Yo ahora quería mostraros un par de pantallazos. El primero, del NW peninsular:

La leyenda es bastante obvia. Color mierda: masas forestales de pobre calidad ecológica. Color verde claro: masas forestales de media calidad ecológica. Color verde oscuro… no lo busquéis, porque en todo el continente sólo aparece en algunos rinconcitos de los Cárpatos y Balcanes, además del extremo oriental, Rusia y Georgia.

Si abrimos un poco la perspectiva:

 

Lamento que las sierras del extremo Sur peninsular, Sierra Nevada, Baza o Ronda no aparezcan en el encuadre. Pero podéis consultarlo vosotros mismos: mayormente verde claro.

Efectivamente, como tantas veces hemos lamentado en este espacio. La indigencia intelectual, muy especialmente en temas ecológicos (que no le importan a nadie más allá de la fachada), en la que chapotea la población permite que perdure el mito del paraíso natural de la Iberia atlántica y cantábrica. Es repulsivo el chauvinismo (que es como se dice palurdismo en francés) ridículo de gallegos, asturianos, cántabros y vascos, que tragan sin masticarla la propaganda institucional que les dice que viven en un edén, cuando la realidad es que han convertido su tierra en una inmundicia. Pero aún es más grotesco el desprecio generalizado que sienten por la Iberia seca. En su magín, el Sur del Duero es un inmenso desierto, que contrasta con la feracidad de sus verdes bosques.

Y no es porque los bosques de la Iberia meridional estén en buen estado. Pero están. Los pocos que quedan. En cambio, los bosques de la Iberia húmeda han sido eliminados, sustituidos casi íntegramente por plantaciones de alóctonas destinadas a la trituración para la producción de pasta de papel y tableros de aglomerado. Madera de mierda, de turno de corta rápido y bajo valor. En el caso gallego vemos que, con la excepción de algunos restos de cubrición autóctona en las sierras orientales, la destrucción es casi completa.

Aún recuerdo el comentario de una pontemierdesa hablando con un desprecio infinito del paisaje en Extremadura. Para quien no conozcáis la zona, podéis consultar el mapa: salvo alguna zona na Terra do Deza, en el resto de la provincia la devastación ecológica es absoluta. Si hubiera un bombardeo nuclear intensivo sobre Pontemierda no se perdería nada en términos ecológicos, y aún se podría empezar la reconstrucción desde cero (la radiación sería un problema menor una vez eliminado el principal contaminante: la presencia humana). Y si Pontemierda hace honor a su nombre, A Coruña está todavía peor.

Un hipotético trayecto de Donostia a Ferrol y luego bajar a Lisboa, tendría que realizarse con frecuentes paradas para mejor desalojar el estómago, y no precisamente por las curvas, a cualquier persona con un mínimo de cultura ecológica.

Y esa pontemierdesa se sorprendía que le contase que sólo en la (enorme) provincia de Cáceres, o en la de León o en la de Burgos, había más quercíneas (robles carballo y albar, rebolos, encinas, alcornoques…) que en la suma de las cuatro provincias gallegas.

El gran problema es el infantilismo en el que vive la población, derivado de su incultura culpable (pues hoy hay medios de sobra para el que quiera aprender, aprenda, pero prefieren vivir en la bestialidad). El problema se expresa en unos términos muy sencillos: el desarrollo de una industria forestal destinada a la trituración (pasta de papel y aglomerados, ENCE y FINSA) implica la devastación ecológica del territorio. El cultivo del pino y del eucalipto genera unos rendimientos muy bajos, así que para ser económicamente significativo debe ocupar la mayor parte, sino todo el territorio. Sustituyendo los ecosistemas autóctonos (que se estaban regenerando tras el éxodo rural que los liberó de la presión de la ganadería extensiva y la agricultura de subsistencia) por dichos cultivos forestales.

Esto considero que es entendible hasta para la inteligencia de un niño pequeño: las decisiones tienen consecuencias, todo tiene un coste. Optar por un modelo económico basado en la explotación forestal, y este tipo de explotación forestal (porque no es lo mismo la salvajada que se hace aquí a la explotación de madera de calidad que encontramos en potencias forestales como Francia, Austria o Eslovaquia), comporta la destrucción del medio natural. Y no puedes tener ambas cosas. El niño sabe que si se compra una golosina, deja de tener el dinero con la que la compra. O tiene la moneda, o tiene el dulce, pero no puede beneficiarse del dulce y conservar la monedita. La sociedad portuguesa, gallega, asturiana, cántabra y vasca no ha alcanzado aún ese nivel intelectual. Han destruido su entorno, su país, con repoblaciones forestales masivas con alóctonas, pero aún son tan hipócritas y mendaces de fingir que viven en un lugar que merezca algo más que la nausea. Eso sí, está verde. Muy verde. Mientras haya clorofila, no hay de qué alarmarse.

Y toda esa devastación para, en el caso gallego, suponer el 2% del PIB y el 2,3% de los puestos de trabajo (en el resto de territorios, incluso menos). Ignoro si contarán en esa cifra de actividad económica los costes de extinción de incendios y apertura de cortafuegos, pagados con dinero público para facilitar un negocio privado. Lo que es evidente que no calculan el coste de oportunidad de optar por otro modelo económico que no suponga la devastación ecológica.

Hace un tiempo yo propuse un ejemplo de modelo económico alternativo. En Galicia, según el último IFN, hay unas 450.000 ha dedicadas al cultivo de eucalipto y 277.000 ha al de pinos (también especie ajena a los ecosistemas gallegos), ocupando el espacio que le corresponde a carballos, rebolos, bidueiros, érbedos, avelairas, amieiros, freixos, loureiros, corticeiras, pradairos… (los pongo en gallego porque es lo único que queda de ellos, el nombre, en la mayor parte del territorio de este país). Pues bien, sólo con reservar la quinta parte de esa superficie, los mejores terrenos con la mejor orientación, a un cultivo frutícola apropiado como los manzanos, tendríamos más extensión cultivada que en todo Estados Unidos (322.000 acres, unas 130 mil hectáreas), con una producción estimada de unas 6 millones de toneladas que cubriría la mayor parte del consumo de la UE.

¿Y cuál es el valor de esos seis millones de toneladas de manzanas? Multiplicad por 0,5€/kg de precio mayorista y a ver a cuánto os sale la cuenta. Y comparadlo con los 122 millones de € que deja anualmente a los productores gallegos el eucalipto (cantidad que a estos palurdos les parece meritoria). Obviamente no tienen por qué ser todos manzanos, pueden ser viñas, castaños, kiwis o cerezos, es un ejemplo del rendimiento de un cultivo frutícola con el de un cultivo forestal.

Y en términos de puestos de trabajo, la relación es aún superior a 1:30 respecto a los cultivos forestales, donde una vez plantado el vampiro vegetal no hay que hacer ninguna actuación hasta que, veinte años después, va un equipo a cortarlos y llevarse los troncos.

Y las otras 4/5 partes de la superficie actualmente ocupada por cultivos forestales, devuelta a la naturaleza para su recuperación y restauración ecológica. Y tener un país ecológicamente íntegro también aportaría riqueza, no sólo solo social, sino de la que a todos nos importa: económica. El dinerito. Amén de actividades silvícolas como la producción micológica, estamos hablando de una evidente potencialidad turística que sería a mayores de la actividad principal frutícola.

Collede a costa galega, as Rías Baixas, Rías Altas e a Mariña, eliminade mentalmente os eucaliptos e devolvede as veigas e as fragas, con carballos, castiñeiros e loureiros ata pé do mar, suprimindo aberracións urbanísticas como Sanxenxo ou Foz. Que tedes ahí? Un puto tesouro. $€$€$€. Se non vos é inmediatamente evidente acudide a unha óptica.

Basta con resistir la presión del dinero fácil que convirtió la costa mediterránea en una inmundicia para solaz de mastuerzas y botarates, ser algo más inteligentes para no matar la gallina de los huevos de oro embadurnándola de cemento, y tendríamos un lugar de veraneo con temperaturas agradables y playas de ensueño (después de invertir en algunas toneladas de dinamita) en un entorno, entonces sí, paradisíaco. Y podríamos pedir mucho dinerito por el privilegio de venir a visitarlo. Money, money, money.

El modelo decidido por la corrupta monarquía borbónica y remachado por el franquismo que emplaza a Galicia como fuente de materia prima, primero para diversos usos como la construcción, y últimamente para que el mundo se limpie el culo con el producto de nuestros montes, sólo ha traído pobreza y emigración (en Pontemierda estoy aburrido de encontrarme aldeas abandonadas, engullidas en un mar de eucaliptos). Y hay miserables (con intereses en la industria) que aún rebuznan que el eucalipto sirve para fijar población en el rural. La realidad, los hechos, ya tal.

No es ya que la devastación masiva, absoluta, del negocio de la madera barata sea una masacre ecológica. Es que en términos económicos es un cultivo para gandules, mangarranes y palurdos. Es sencillo y da poco trabajo. Pero el retorno económico está a la par del conocimiento y esfuerzo requeridos.

Por cierto, eran 3.000 millones de €. El valor de las manzanas cultivadas en la quinta parte de la superficie ahora ocupada por plantaciones forestales. 122 millones deja el eucalipto. Contando con el pino no pasará de 160.

Cada pueblo tiene lo que se merece. En ocasiones más, pero sólo de forma transitoria, pues la historia acaba haciendo justicia.

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12 noviembre 2020

Akin Roblefrondoso – Castiñeiros

Filed under: Ecología,Fotografía,Galicia — Juan Manuel Grijalvo @ 16:07

Mis amados castiñeiros están ya en ese proceso de fin de otoño en que retiran toda la clorofila de las hojas y las dejan caer para crear ese manto de sustrato sobre que crecen las setas, que a su vez crea unas condiciones ideales de suelo para los propios castiñeiros durante la primavera siguiente.

Un ciclo de retroalimentación que hace que unos cuantos árboles se conviertan en un bosque al cabo de muchos años.

Por eso los bosques de caducifolias son un ecosistema y las plantaciones de madera un cultivo. Y un cultivo muy improductivo por añadidura, que solo es rentable si es la administración la que corre con los gastos secundarios, por ejemplo el inmenso coste que tiene los sistemas de prevención de incendios, que debieran estar sufragados por aquellos que plantan especies pirófilas. O los problemas de suministro de agua en las ciudades que vienen derivados no solo del cambio climático, sino de las ingentes cantidades de agua que necesita un eucalipto para crecer, y que retiran de las cuencas de los embalses.

Los eucaliptos, y en menor medida también los pinos, son un desastre ambiental, económico, y paisajístico; porque sacar los colores que tiene esta foto me ha costado media hora de paseo hasta encontrar la forma de coger un castaño a contraluz y sin el horrible verde oscuro de los árboles invasores.

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23 octubre 2020

Akin Roblefrondoso – Otra carballeira pequeña

Filed under: Ecología,Galicia — Juan Manuel Grijalvo @ 12:54

En la foto no se ve muy bien pero es otra carballeira pequeña cercana a mi casa donde alguien ha marcado sus límites.

Sospecho que dentro de muy poco veré otra plantación de eucaliptos.

Cuando yo era niño mi hobby favorito era subirme a los carballos, y aunque no era consciente vivía en uno de los lugares más hermosos del mundo.

Ya casi no queda nada y lo poco que queda está siendo vampirizado.

Malditos gobernantes que están promoviendo la destrucción absoluta de los paisajes gallegos para beneficio de cuatro gatos.

Dentro de 10 o de 20 o de 30 años, no sé cuándo, tocará a esta zona vivir un incendio de los grandes y ver como el paisaje alrededor de tu casa consiste en bosques de cenizas. El paraíso reducido al infierno.

Mucho antes habrá llegado la práctica extinción de todos los vertebrados y la mayoría de los invertebrados, incapaces de adaptarse a las plantaciones de eucaliptos donde no vive prácticamente nada.

Y quienes han tomado esas decisiones son gentes que viven en ciudades y que jamás han amado su tierra. que de hecho nos desprecian a los que vivimos y queremos seguir viviendo en el rural. Que para ellos el campo se debe reducir a explotaciones y quizás algún parque donde ir de paseo muy de vez en cuando. Incapaces de ver el potencial de una tierra tan fértil como ésta, y la increíble belleza de los verdaderos bosques autóctonos.

He sentido morriña de mi casa en las escasas etapas que he vivido en una ciudad, pero nunca pensé que sentiría morriña de mi casa viviendo en mi casa. Nos llevan a la desesperanza.

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4 abril 2020

Unha fiestra ó pasado

Filed under: Galicia,Historia — Nadir @ 0:35

Un dos últimos, derradeiros, exemplos de cantares de cego:

Antes os cegos ou persoas con outros tipos de incapacidade tiñan que depender da esmola para o seu sustento. Tocar un instrumento nas feiras era un xeito de diferenciarse do resto de esmoleiros e recibir algunhas moedas de máis. Seica poderíamos conectar o vello pícaro que estades a ver cos xograres que animaban as prazas na idade media (da que non vai tanto que o interior galego saíu).

Hoxe moitos cegos, fanados… gañan os cartos dun xeito bastante máis indigno: vendendo loteria na ONCE.

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E a segunda parte desta viaxe a un mundo rural polo que os séculos pasaron sen luílo, e que os que temos xa uns aniños case chegamos a tocalo co cabo dos dedos, ven da mao dunha fotógrafa gringa que veu á península nos anos vinte. Estivo en Galicia no 24, e entre outros miles de fotografías retratou estas nenas na pensión onde se hospedaba no Ézaro.

Tanto o cego, como estas neniñas, poderían ser ubicados tanto no século XX como no século X con moi poucos cambios.

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4 abril 2019

La nueva normalidad gallega

Filed under: Ecología,Galicia — Nadir @ 21:29

Que saque esta foto desde mi casa no deja de ser parte de la normalidad aquí en el Sur de Galicia.

Que la saque en Marzo, es parte de la nueva normalidad. Y es que desde que desde que entró el año, en el Norte peninsular no ha dejado de arder.

Insisto: esto no es un incendio aislado. Es un problema estructural de causas concomitantes, y que sólo puede tener una solución política: desactivar los intereses que existen en que el monte arda (pastos, madera barata, caza, desbroce, trabajo en las brigadas…). Solución que ninguna fuerza política se atrevería a implementar por no perder votos en el rural (aún habiendo fuerzas que no tienen votos que perder).

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Esta entrada la dejo programada, que estaré unos días fulaneando por ahí. Pero os dejo deberes. Entre la audiencia existe un alto nivel de cultura ecológica. Pues bien, el encargo consiste en analizar la siguiente foto.

No me he tenido que ir muy lejos, ni es un paisaje ciertamente excepcional, sino el aspecto que ofrece buena parte del monte gallego tras siglos de ganadería extensiva e incendios recurrentes.

El lugar, si tenéis curiosidad, son los montes por encima del antiguo balneario de Requeixo, entre los concellos de Monterrei y Cualedro (la zona cero de la actividad incendiaria, el sitio más espantoso que jamás he encontrado, y mira que he recorrido el continente). Recuerdo ir con mi padre de pequeño, y todo este monte estaba atiborrado de una frondosa vegetación, de forma que donde ahora veis piedras, era una poderosa muralla verde: la naturaleza se había regenerado gracias al éxodo rural que permitió que se relajase la presión sobre grandes superficies de monte.

Pero si investigamos cuál era el aspecto en 1956, en el vuelo americano, nos encontramos que estaba tan pelado como lo está ahora (meted las coordenadas: 41.918579, -7.517107, quitad de la vista de mapa el catastral, que sólo molesta y habilitad la comparación, Swipe).

Todo lo anterior nunca lo encontraréis en letra impresa, pues supone derribar el ídolo de los guardianes de las esencias de la nación, pero es la clave de la actividad incendiaria en el noroeste peninsular: los incendiarios están tratando de recuperar el paisaje que existía antes de la ola de emigración que empezó precisamente en los ’50 (prácticamente una desbandada, sólo quedaron en las aldeas los cuatro tontos que no servían para otra cosa). Los viejos conciben, y transmiten a su prole, la idea de que es deseable un paisaje «despejado» (desolado), que así es como deben ser las cosas. Y perciben la regeneración natural del monte como una amenaza: el monte nos come, sólo hay bicherío.

A fin de cuentas, el origen último de los incendios está en el odio profundo que siente el aldeano por la Naturaleza.

Por supuesto, ya sé que la televisión os ha vendido otra cosa sobre las gentes del campo.

Este es el sentido de este blog, ofreceros además una píldora roja. Estudiad el tema y decidid quién os ofrece la explicación más coherente.

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