Es mentira hasta el aire que respiramos, encerrados en una burbuja informativa autoreferenciada. El mismo mecanismo que se experimenta en una secta, pero a una escala mayor: abarca toda la sociedad. Todos recibimos y reproducimos la doctrina que reverbera en cada elemento autoreafirmándose.
No sólo es que se nos impongan interpretaciones falseadas de la realidad, es que la misma realidad que percibimos está manipulada, y apenas hay fisuras en la sala de espejos para percatarse del engaño .
Esto pasa en todos los grandes bloques geopolíticos en los que la Humanidad está dividida y, cada vez más, enfrentada. Vivimos en la era de la ingeniería social. Las sociedades cada vez se controlan menos por el miedo, siendo mucho más costo-efectivo el adoctrinamiento. El recurso a la violencia queda relegado a sofocar pequeños conatos de revuelta, pero cada vez es más innecesaria pues las técnicas de control social son más poderosas y refinadas. Sencillamente, la llama no prende en una sociedad sumergida en propaganda.
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Impresionante diálogo.
Creo que ni los hermanos Wachowski se percataban hasta qué punto estaban describiendo la sociedad presente. O quizá sí, porque pertenecen a una sociedad pionera en experimentar esas técnicas de manipulación social al nivel en que los conocimientos en psicología social y las tecnologías de la información permiten hoy en día.
The Matrix is everywhere. It is the world that has been pulled over your eyes to blind you from the truth.
Impresionantemente lúcido.
Uno se pasa el día leyendo sesudos informes y, a la postre, el enunciado más inteligente, más relevante para comprender el mundo, te lo encuentras en una peli de acción. Es gracioso.
Lo que está describiendo Morfeo, Matrix, no es sino el mito de la caverna de Platón. Un juego dialéctico que se inventó el discípulo de Sócrates para plantear la gran cuestión de la filosofía: ¿Qué hostias es la realidad? Que arrastra como coda necesaria: ¿Quién cojones somos pues nosotros?
Os propongo el siguiente juego, acerca del sabotaje a los Nordstream. Encontrad las diferencias en la narrativa entre El Diario y Libertad Digital. Buscadlas entre El País y el ABC, El Mundo o El Confidencial. Todas estas publicaciones y otras tantas más, haciendo piruetas dialécticas para convencer al lector de que, aunque no tenga ningún sentido, el responsable es Putin.
Yo no sé quién ha sido, pero estoy seguro de quién no ha sido: ni Alemania ni Rusia. Sencillamente porque ambos países gobiernan las válvulas que gobiernan el gasoducto y las bombas que impulsan el gas. No necesitan dinamitarlo en una operación furtiva: les basta con cerrar la espita. Como de hecho ha ocurrido: ninguno de los dos estaba en funcionamiento en el momento de la explosión, Alemania no llegó a certificar el II, mientras que Rusia alegaba problemas técnicos para ir bajando el caudal en el I (y recordando que el II estaba disponible). Es un proyecto que beneficia a ambos países y por eso se desarrolló. Y lo hizo con la virulenta oposición de los competidores que eran puenteados: Ucrania y Polonia como países de tránsito, que dejaban de ser necesarios, y EEUU como proveedor.
Tanto Rusia como Alemania tenían la posibilidad de cerrarlo a voluntad (a estas alturas, lo de cumplir los contratos tras una pila de sanciones es lo de menos) pero también de abrirlo cuando volviera a haber acuerdo entre las partes (para que funcione se necesita la voluntad de emisor y receptor, como es lógico). Ya no tienen esa posibilidad. Alemania ya no puede titubear y rectificar su postura sobre las sanciones al gas natural ruso, sólo huir hacia adelante y abrazar el LNG que le llegue de EEUU. Ante la postura dubitativa de Berlín han dinamitado el puente, han quemado las naves, para evitar la tentación de dar media vuelta. ¿Quién? El candidato más obvio es EEUU, pero Polonia (o incluso los bálticos) tiene un gobierno lo suficientemente desquiciado para atreverse a una acción semejante contra un teórico aliado.
Entre los medios generalistas de ámbito estatal, sólo he encontrado una excepción a la reproducción fiel del argumentario de la OTAN: La Base, albergado por el diario Público.
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Por curiosidad, y armado de traductor, me he dado un paseo por la prensa alemana:
De ser un país capaz de montarte una guerra mundial por un quítame allá esas pajas, al pringao buenista que le revientan una infraestructura energética estratégica y ni es capaz de alzar la voz, y aún se afana en exculpar al culpable, la Alemania de hoy sólo me produce desprecio. Hasta tal punto su aparato político-mediático está controlado y sometido a intereses de lo que ellos llaman Ausland. Como el nuestro, sólo que el Medgaz lo hemos volado nosotros solitos, el gobierno español con su servilismo a lo que le dictan desde Serrano, 75.
Se acumulan cada vez más evidencias que soportan una hipótesis incómoda, con graves consecuencias: la población adopta las opiniones, puntos de vista y marcos mentales inducidos por el poder que controla la propaganda mediática. Obviamente los medios tienen influencia sobre la sociedad, si no por qué se gastarían las oligarquías dinero y molestias en controlarlos (la gran mayoría son deficitarios). La cuestión es si estamos hablando de condicionamiento o de determinismo, al menos a una escala políticamente relevante. Esto es, puede que no convenzan de todo a la totalidad de la población, pero sí que son capaces de imponer sus tesis a la inmensa mayoría de la población, de tal forma que a efectos prácticos podemos considerar la voluntad popular como un autómata completamente controlado por su amo. Para que una corriente de opinión se traduzca en acciones de gobierno, no necesita del 100% de respaldo popular, un 80, 90 o 95% es operativamente indistinguible de la unanimidad.
Y sí, observamos una cierta diversidad de opiniones en muchos temas, pero cuando el poder que controla la maquinaria mediática selecciona un objetivo clave, es capaz de imponer esta idea en la sociedad. La guerra en Ucrania nos ha ofrecido un excelente ejemplo al ver salir humo de la maquinaria cuando el poder ha pisado el acelerador, pero en otros temas no tan acuciantes van consiguiendo la unanimidad social a punta de gas. ¿Cuándo fue la última vez que escuchasteis dudar de la legitimidad de la propiedad privada de los medios de producción, o de la coacción violenta por parte del Estado? De eso ya no se habla, ni siquiera se teoriza, no es un tema presente en la sociedad.
Las consecuencias de la constatación de la extraordinaria eficacia de la moderna maquinaria de creación de opinión, y lo que queda por llegar, son bastante feas. Empezando por la negación de la libertad de pensamiento, que es totalmente condicionada por un entorno completamente controlado por el poder económico (que es también político, mediático y militar, siempre ha sido así). Lo cual conlleva la deslegitimación de la democracia, siquiera una indirecta, representativa como el sistema actual. Si el pueblo va a creer, y votar, lo que le digan… y así es, esa consulta se convierte en un mero formulismo legal para responsabilizar al pueblo de las líneas maestras diseñadas por el poder. Y sí, por supuesto que hay diversidad, pero no es más que una diversidad aparente sobre cuestiones laterales que no amenazan los intereses vitales de las oligarquías. Al poder le resulta enormemente indiferente que los homosexuales se puedan o no casar, las mujeres abortar o los niños cambiarse de sexo, por mencionar algunos de los temas en los que existe un debate más encendido. Por eso suelo decir que estas luchas identitarias no son más que un espectáculo circense para entretener al público, perfectamente inofensivo para los intereses de quien controla los hilos. El lema de «la revolución será feminista o no será» me parece un perfecto resumen de la desarticulación del contrapoder popular que podía amenazar los intereses clave del sistema. E insisto, la difusión y triunfo de este sucedáneo en la izquierda no es casual ni inocente.
Así que podemos resumir la cuestión en el incómodo reconocimiento de que pensamos lo que nos imponen, más un espacio de libertad restringida, tutelada, como el patio de un colegio, que es lo que nos permiten pensar. Esto es, la libre expresión de la voluntad popular es un coro disonante de balidos.
El primer paso para liberarse de una cadena es percibirla, para curar una enfermedad es identificarla.
Bueno, disculpad, que como siempre me voy de senderismo por Úbeda.
Os propongo un ejemplo: el cambio climático y la percepción social sobre este fenómeno. ¿Os parece un tema grave sobre el que urge actuar? La gran mayoría estaréis de acuerdo con ello, pero ello es simplemente porque os permiten pensar así. Porque en Europa, y en concreto España, el interés de las élites pasa por diversificar las fuentes de energía, al ser extremadamente dependientes de los combustibles fósiles. Lo cual quiebra la balanza comercial y supone una inmensa transferencia de riqueza a países que percibimos como peligros potenciales (que por cierto, intentando arruinar a Rusia, estamos engordando hasta el extremo a otros países productores, empezando por las petromonarquías del golfo Pérsico).
Pero la gente no cree en el cambio climático por estas razones económicas y geopolíticas, lo hacen preocupándose genuinamente por las razones que les explican, el planeta y todo eso. La gente sencillamente adopta los puntos de vista que le ofrecen, diseñados por aquellos que sí tienen un punto de vista global sobre economía y estrategia.
De vivir en otra sociedad, expuesta a otros flujos de alimentación (¿me sale inputs, alguna alternativa más castiza?) mediáticos, nuestra opinión sería diferente. Por ejemplo, en la misma Polonia, dentro de Europa pero con otros intereses muy distintos (la espina dorsal de su generación eléctrica es el carbón, y salir de ahí les va a costar un mundo), la posición social sobre el cambio climático es radicalmente distinta.
En la mayoría de los países es un tema abierto a debate, no se ha creado la unanimidad que se aprecia en otros aspectos (o no se aprecia, porque la unanimidad adopta el aspecto de la evidencia, como apreciar singularidades en un campo nevado, todo es jodidamente blanco). Y la evidencia científica es la misma, igualmente válida para Francia que para Polonia. Pero lo que cambian son los intereses, en concreto los intereses de esas oligarquías que controlan los medios de manipulación de masas de cada sociedad. Y es que la burguesía, esas oligarquías de las que hablaba (palabra ahora tan de moda, pues usémosla), no es un ente homogéneo. Hay temas en los que sí existe consenso, sus intereses nucleares, donde imponen la unanimidad social. Pero en muchos otros temas existe una fuerte rivalidad interna, y el cambio climático es un ejemplo perfecto de sectores industriales con intereses antitéticos según se adopten medidas en uno u otro sentido.
Tomando el caso de EEUU, país con una opinión pública dividida sobre el cambio climático, reflejo de unos intereses empresariales enfrentados, y que es noticia por el esperpéntico fallo del Tribunal Supremo (la mayoría conservadora está que se sale, y recuerdo que es un cargo vitalicio). Su economía tiene una gran representación del sector petrolero y gasista, y también tecnológica. Obviamente, lo intereses al respecto de la atenuación del cambio climático de Exxon Mobil son contrapuestos a los General Electric (que produce aerogeneradores) o de Tesla (que no es una ONG y, de hecho, es parte del problema por el modelo de BEV que propone, como me he hartado de repetir).
Mirad este gráfico:
Hay una correspondencia notable entre países productores de hidrocarburos y, por lo tanto, intereses empresariales contrarios a las políticas de mitigación… con sociedades negacionistas. Siendo, insisto, la evidencia científica la misma, porque la ciencia es universal.
Y no es que el ciudadano medio australiano esté más desinformado que el francés, sino que el interés de sus élites es distinto, la manipulación mediática (que siempre, en todos ellos existe) opera más en un sentido u otro. Si tú que me lees crees que el cambio climático es un problema real con origen antropogénico es porque te han permitido creértelo, especialmente al haber surgido una potente industria que piensa sacar generoso beneficio económico de ello.
¿Y cuál es mi opinión acerca del cambio climático? Pues mi opinión es irrelevante, porque a la realidad, suprema Diosa, y a la ciencia como su culto, le importa una mierda la opinión que tengamos sobre ella. Las opiniones no valen una mierda; procurad acudir a la ciencia, que sin duda es un campo que pretende ser contaminado por esos mismos intereses que controlan la sociedad.
Otras veces hablaremos de cambio climático, pero esta entrada no va de eso, sino de control social.
Yo soy ateo. Pero soy ateo porque he crecido en una sociedad que me ha permitido serlo, que ha creado un espacio cultural para que pueda llegar a ello. Y ello porque al poder le dejó de resultar útil la religión como medio de control social, y la dejó caer de su lista de puntos clave. De haber nacido en otro tiempo o lugar, sin duda sería yo creyente. En sociedades en las que la religión es un asunto central para la perpetuación del poder, ya se habrían ocupado de adoctrinarme en tal religión, doctrina o sistema de creencias, sin crear espacios para la duda, la disensión e ideas heréticas.
Pero esto plantea graves interrogantes. Si mi pensamiento, incluso el mismo acto cognitivo, está dirigido, controlado, planificado. ¿Quién soy yo?
Esperando encontrar la respuesta, hace ya muchos años desenchufé el cable de antena del televisor.
Recordad, una de las estrategias de la propaganda de Göbbels, crear con los medios ilusión de unanimidad. Pues bien, a pesar del poder mediático desplegado para convencernos de que luchamos en una guerra santa contra el mal y la barbarie encarnados en Rusia, ni aún así han conseguido convencer a buena parte de la población. Esa unanimidad existe en las redacciones de los medios de propaganda, pero no en la calle:
Cada vez somos más voces las que avisamos que el conflicto es más complejo y sucio de lo que pretende la maquinaria atlantista mediante sus portavoces políticos y mediáticos, y exigimos el fin de la guerra a través de una salida negociada, negociación que debería haberse dado antes para que ésta nunca hubiera dado comienzo. Hubiera sido la mejor alternativa para todos, especialmente para los muertos.
Bueno, quizá la paz no sea mejor para todos. No para quienes han promovido esta guerra y obtienen ventaja y provecho de ella.
Decía en la entrada del embajador Zorrilla, que era no sólo interesante, sino agradable de seguir. En este piélago de bajeza intelectual, toparse con un hombre culto es primero una sorpresa, y luego un deleite.
Bueno, pues si al presentar entonces ese vídeo no dije que fuera la que más había disfrutado, es porque aún tenía pendiente subir las que hoy os presento. Espero sinceramente que el gusto sea compartido.
Presentación: Vladímir Pozner, acaso el periodista más reputado en Rusia. Creo que merece la pena leer su biografía para entender su pensamiento. Por ejemplo, tiene tres pasaportes, a saber: francés, usamericano y ruso (en su momento, soviético). Ha trabajado en medios a ambos lados del Atlántico, y no sólo son dignas de consideración sus apreciaciones sobre política internacional, también es muy interesante lo que tiene que decir sobre el propio ejercicio de su profesión.
Hay bastantes vídeos suyos en la red, de entre los cuales sin duda escojo, de entre los que habla en inglés, esta conferencia en Yale:
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Luego continuamos con esta conferencia en Cambridge:
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Y por acabar de alguna forma, os paso una de las charlas periódicas con ciudadanos usamericanos en Moscvá:
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Estas son sólo alguna de sus intervenciones, pero hay muchas más.
Para una persona verdaderamente cosmopolita, según su propia definición un bâtard du monde, debe ser trágico ver cómo de nuevo los Estados vuelven a levantar barreras entre los pueblos, muros de odio además promovidos por su propia profesión.