La mirada del mendigo

28 diciembre 2019

Alger la blanche I

Filed under: Argelia,Economía,Historia,Internacional,Política — qatalhum @ 9:43

“La ville a commencé par se scinder en deux espaces ennemis: celui, majoritaire, des hommes bardés de foi et de certitudes, et l’autre livré au questionnement, à l’inquiétude et aux brimades. Les deux ne communiquaient pas, ne se regardaient pas, ne se saluaient pas. Puis l’un des espaces a fini par réduire l’autre au silence, avant de l’effacer. Il caracole aujourd’hui tout seul, harnaché de certitudes flamboyantes.”

Tahar Djaout – “Le Dernier Été de la raison”

 

gaid

De los cientos de lemas que han recorrido las calles de Argel en las últimas manifestaciones hay uno que expresa con claridad los deseos de la mayor parte de la sociedad argelina: “Liberar al pueblo después de liberar al país en 1962.” Quiero invitaros a una reflexión sobre el destino de los que portaban esa pancarta y un país llamado Argelia cuyos conflictos actuales, de no resolverse de manera adecuada, nos afectarán mucho más de lo que creemos.

Pero para llevar a cabo esta tarea preciso de un poco de paciencia por parte del lector, se hace necesaria una pequeña introducción histórica. En el devenir de los fenómenos sociales, las condiciones iniciales son más importantes de lo que parecen, no existe ningún acontecimiento que aparezca por generación espontánea. Por otro lado, con sólo cambiar algunos nombres de esta pequeña historia que voy a relatar podríamos estar hablando de cinco o seis países. Comparten unas condiciones iniciales, un desarrollo socio-económico e incluso unas densidades demográficas muy parecidas. Lo interesante es ver cómo algunos de esos países ya cruzaron la frontera de no retorno. No sabemos si nuestro vecino hará lo mismo.

La Argelia que conocemos hoy en día nació el 1 de noviembre de 1954. Aquel día las guerrillas del Frente de Liberación Nacional (FLN) lanzaron los primeros ataques contra instalaciones militares francesas. Las reacciones no se hicieron esperar y, un oscuro ministro del interior, el socialista Francois Mitterrand, dejó muy claras las posiciones desde el principio: “la única negociación es la guerra.” Ambos bandos lograron tal nivel de brutalidad que aterrorizarían a lo que queda del ISIS. Y he dicho ambos bandos, es muy importante. Más o menos somos conocedores de las atrocidades cometidas por las fuerzas francesas pero tengo la impresión que la aureola que cubrió al FLN oculta ciertos aspectos de su pasado muy poco edificantes. Sirva como ejemplo que en los primeros años de la guerra mataron cinco veces más argelinos que europeos.

Ocho años, entre 350.000 y 1.500.000 de muertos según las fuentes que se consulten, entre los que se cuentan más de 10.000 personas que tuvo a bien purgar el FLN, y toda una generación marcada por esa guerra: ese fue el precio de la independencia. Independencia, hermosa palabra que tan de moda está en estos tiempos que en nuestro caso sólo significa la toma del poder por una élite nacional desplazando a las antiguas élites coloniales. Lógicamente la nueva élite estaba compuesta por los vencedores de la guerra que formaba la cúpula del nuevo ejército argelino. Los siguientes movimientos nos son muy conocidos: convertir al FLN en partido único y eliminar a rivales molestos como el Partido Comunista de Argelia, prohibido en 1964. ¿Empezamos a entender qué fue el FLN? Se había instaurado la santa trinidad compuesta por el ejército, el partido y el estado. Es un fenómeno característico del periodo poscolonial.

Desde mediados de los sesenta del siglo pasado el FLN, encabezado por Boumedienne, comenzó su camino hacia algo que podríamos considerar como un socialismo que no perturbase las nobles tradiciones musulmanas del pueblo argelino. Las prioridades estaban muy claras, nacionalizar los pozos de las compañías francesas, desarrollar la industria de los hidrocarburos y realizar una reforma agraria que acabaría en en rotundo fracaso, tanto económico como ecológico. Había que añadir un toque nacionalista y el comienzo de la política de arabización a escala nacional. A la “minoría” bereber no le sentó muy bien.

Estructurar toda la economía del país con criterios nacionalistas suele ser muy mala idea. Pero tenían los hidrocarburos para compensar. Hasta que llegó la caída del precio de los hidrocarburos a mediados de los años ochenta. La cosa se puso muy fea en el país que tenía una de las tasas de crecimiento de la población más altas del mundo en aquella época. Había que encontrar una solución para desactivar esa bomba malthusiana. ¿Adivináis cuál fue la idea de las mentes más lúcidas del régimen? Exacto, liberalizar la economía. Lo que para un argelino de esa época significaba tener problemas para llenar el estómago. Los alimentos dejaron de estar subsidiados, aguantar subidas de impuestos y encontrarte en la calle porque el lugar en donde trabajabas no era rentable según los sacrosantos principios del libre mercado. Alguien se iba a cabrear mucho. ¿Os suena esta historia?

Como bien sabemos por experiencia propia siempre hay un grupo que se beneficia del desmantelamiento del estado. No es muy difícil imaginar que en el caso que nos ocupa fueron los altos cargos del FLN, amigos, amantes y familias quienes sacaron provecho de esta situación. Ya tenemos la estructura de clases típica de este tipo de países: la élite encabezada por los militares y el resto de la población dividida entre una minoría que esperaba las migajas del régimen y aquellos que esperaban el momento oportuno para ajustar cuentas. En este escenario sólo es cuestión de tiempo abrazar el óctuple sendero del 7.62 mm.

FLN

El mes octubre de 1988 acabará siendo conocido como el “octubre negro”. Manifestaciones, huelgas y ataques a cualquier cosa y persona que representase al FLN o al estado argelino. El gobierno de Benjedid y sus militares actuaron como suele ser habitual. Sembraron las calles de Argel con cientos de muertos, pero el miedo ya acechaba a los poderosos. Benjedid no tardó en darse cuenta del error que había cometido. Un referéndum en vista a una reforma constitucional que permitiese ciertas libertades políticas en el país parecía un buen remedio para aplacar la ira popular. Sobre todo si esta operación le permitía a Benjedid depurar a la vieja guardia del FLN, eliminar la presencia en el estado de muchos de sus miembros y asegurarse su propia supervivencia. Con los partidos políticos legalizados y el FLN muy debilitado nadie hubiese creído que al mes negro le iba a suceder el “decenio negro”, que es como se acostumbra a llamar en aquel lugar a la década de los noventa.

Las elecciones municipales del 12 de junio de 1990, las primeras libres desde la liberación, marcaron el comienzo de esa década dominada por el terror. Todavía recuerdo como en la prensa europea aparecía por primera vez el nombre del Frente Islámico de Salvación (FIS). Arrasaron en esas elecciones municipales, especialmente en las zonas más pobladas del norte del país. A muchos de nuestros todólogos les pilló por sorpresa y parecen que llegaron a creer que el FIS nació por generación espontánea. Si se hubieran dignado a visitar los mercados de los barrios de las periferias de las grandes ciudades de Argelia hubiesen observado algo muy significativo: el enorme trapicheo que había con ciertas cintas de cassette que no contenían precisamente música raï. Miles de esas cintas se escuchaban día y noche por todos los lugares, en claro dialectal egipcio, lo propio de los discípulos de Qutb. No deja de ser curioso que la cúpula del ejército infravalorara a las gentes del FIS y les dejara tomar sus alcaldías sin presentar resistencia. Para estos altos oficiales los miembros del FIS no eran más que una panda de garrulos que sólo sabían soltar soflamas religiosas. Les regalaron un tiempo muy valioso que el FIS aprovechó para organizar un movimiento a gran escala contra el gobierno. Ni más ni menos que todo un año hasta las primeras elecciones legislativas. Y saltaron todas las alarmas, en la segunda vuelta podía ganar el FIS y tomar el gobierno, todo ello a pesar de los enormes esfuerzos que se habían hecho para beneficiar a los candidatos del moribundo FLN. Todos sabemos como un poder militar arregla estos pequeños problemas: ley marcial con cualquier excusa, deponer al gobierno y posponer sine die una elecciones hasta que se convirtiesen en “sus elecciones”. Pero fueron tan inútiles, pese a todos los chanchullos que hicieron para beneficiar al FLN, que cuando convocaron “sus elecciones” a finales del 1991 volvió a ganar el FIS, esta vez con suficientes escaños como para realizar reformas constitucionales. Esto ya no se podía tolerar.

En esta ocasión se actuó con contundencia. Miles de cargos políticos y seguidores del FIS fueron arrestados y enviados a los “campos” situados en el interior del Sahara. Los que escaparon no dudaron en tomar las armas contra el gobierno de Argel. Así se inició uno de los conflictos civiles más crueles que se han conocido en nuestros tiempos. No vamos a entrar a hablar de la guerra civil argelina, por sus características merecería un texto aparte. Lo que si hay que tener muy en cuenta es la marca que dejó en la sociedad argelina. Entre los más de 100.000 muertos que se cobró el conflicto se encuentran numerosos miembros de la facción más progresista de la sociedad argelina; profesores, periodistas, escritores, etc. Ambos bandos acabaron con la poca lucidez que podía quedar en el país.

Durante esa década de los noventa, el gobierno de Argel no había dejado de actuar en términos políticos. Benjedid perdía el puesto, tres presidentes en dos años, buena muestra de la inestabilidad que existía en esos tiempos en los que no tardaron en dar paso al ministro de defensa. Dos elecciones, 1995 y 1997, señaladas como fraudulentas por la oposición y, por fin, las curiosas elecciones de 1999. Un viejo guardia del FLN llamado Bouteflika se presentaba a esas elecciones como único candidato, los candidatos rivales se retiraron como protesta por los fraudes en el proceso. Por supuesto Bouteflika ganó, lo mismo que en los tres procesos electorales que tuvieron lugar hasta nuestros días.

Las noticias de la guerra inundaban todos los medios y sucesos de gran importancia pasaban desapercibidos. Si hay algo más peligroso que un muyahidín armado hasta los dientes es un tipo trajeado con un reluciente MBA de una prestigiosa universidad extranjera. Sobre todo si acaba como ministro y se le ordena negociar con el FMI. Todo argelino de cierta edad se acordará de aquel 1996 y lo que llegaron a significar los “ajustes estructurales”: importantes recortes en sanidad, educación e infraestructuras, bajada del salario de los funcionarios, cierre de industrias, etc. Lógicamente aumentó el paro, un problema crónico en Argelia, la vida se volvió muy difícil y el descontento no dejó de aumentar. Siempre me ha resultado muy curioso que las mayores masacres de la guerra civil sucediesen precisamente en estos años. Y sé de buena tinta que no soy el único que guarda ciertas sospechas sobre la actuación del gobierno en relación a esas masacres.

Al comenzar el nuevo siglo los auténticos señores del país, la cúpula del ejército y de los servicios secretos, se habían hecho con todos los resortes del poder. Ahora, con Bouteflika como hombre de paja, llegó el momento de acabar con la guerra civil. Algunas amnistías por aquí junto a una muy oportuna desactivación de algunos grupos insurgentes por allá y asunto zanjado. Pero sin pasarse, al fin y al cabo el miedo al regreso de los islamistas es uno de los principales pilares del régimen. Una escisión del siempre sospechoso Grupo Islámico Armado (GIA) acabó por fundar el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, quienes acabarían llamándose al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Estos últimos ya nos deben sonar tras los últimos atentados ocurridos en algunos países del Sahel. Ciertamente la guerra civil había finalizado pero continuarían los ataques y atentados aunque en mucha menor intensidad que en la “década negra”. Sea como sea, el conflicto nunca ha sido resuelto.

Llegados a este punto habría que hacerse una pregunta fundamental para entender lo que está ocurriendo en Argelia y lo que está por venir: ¿Cómo es posible que el régimen, marcado por la corrupción y bien conocido por su capacidad de saquear el país, haya sobrevivido durante estas dos últimas décadas?