Ya otra vez habíamos pasado por Andorra, viniendo de l’Ariège. Nos quedamos con tan buena impresión, que decidimos que había que repetir. El pasado Abril (sí, soy un perezoso poniéndome con las fotos, ya casi ha pasado un año y va a empezar la temporada de pateadas) enfilamos para conocer este diminuto Estado, paraíso natural y fiscal.
Lástima que los andorranos no abandonen ese segundo pilar de su economía, el de servir de guarida para los más de 40 ladrones que en ella guardan el producto del esfuerzo de millones de trabajadores de todo el mundo, pero fundamentalmente españoles. Lástima, porque con el primero, aprovechando su muy bien conservado patrimonio natural (un aplauso por ellos), podrían vivir holgada y honradamente del turismo, sin necesidad de ensuciarse las manos dando refugio al dinero expoliado.
En la foto, el Pla de l’Estany, un circo glaciar a los pies del Comapedrosa.
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Unos felices crocus, pioneros tras retirarse la nieve (a veces, ni siquiera esperan y se abren paso a través de los últimos restos).
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Vista desde el Pla de l’Ingla
Llegar hasta aquí es sencillo, basta darle a la pata durante horas. Subir ahí arriba, en invierno, ya es cosa de unos pocos.
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Panorámica del sector norte de la montaña andorrana, desde el Col de la Botella, por encima de Pal.
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Vista hacia el Norte (Pic de les Planes) mientras subíamos al Pic d’Arcalis.
Unos minutos antes de llegar al collado que lo separa del Pic de l’Hortell nos cayó encima una niebla como puré de guisantes. Si no nos hubiésemos entretenido tanto, al menos podríamos haber echado un ojo a lo que había al otro lado de la falda (Estanys de l’Angonella). Qué se le va a hacer, media vuelta a toda prisa, para bajar más rápido que la niebla (o a saber dónde podríamos acabar).
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Atardecer en el Port de Cabús, con el sector central de los Pirineos (Aneto, Maladeta, Monte Perdido…) al fondo.
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Otra vista del Pla de l’Ingla, que es un descansillo en el precioso camino que sale de Engolasters remontando el riu Madriu.
Es una pateada muy sencilla pero muy larga y penosa, porque se sale de muy abajo. Cuando quieres llegar a lo bueno, la tarde ya está avanzada y toca dar media vuelta. Muy recomendable cargar con los sacos y pernoctar en el Refugi del Riu des Orris. Y al día siguiente, fresquitos, poder visitar todos los lagos o ibones (Encamp, Illet…). En verano, sin nieve y más horas de luz, sí que se podría hacer en un mismo día, pero no tiene ni la mitad de gracia.
Como siempre vamos a lugares nuevos, procurando no repetir, acabamos pagando la novatada de no saber qué nos vamos a encontrar.
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Castellbó, ya abajo en el prepirineo ilerdense.
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Como foto ya sé que no vale nada, pero quería mostraros lo que veíamos subiendo esta interminable pala. Incluso con las gafas más oscuras, tanta luz cegaba. Sin referencias, sin relieve, sólo una superficie blanca que se eleva hasta donde alcanza la vista.
Hemos seguido el Riu de Rialb hacia el circo glaciar donde nace. Al llegar a la Cabana dells Planells de Rialb, hemos girado al Norte, buscando el Port de Siguer, que supuestamente está al final de esta interminable masa de nieve.
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Según vamos ganando altura y, con un poco de aprensión, miramos el espectáculo. Presidiendo el circo, el Pic de la Font Blanca (y tan blanca, no hay otro color aquí), de 2.904m
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Y por fin, tras mucha gotita de sudor, alcanzamos el Port de Siguer. El paisaje desde aquí es espléndido.
Esa gran llanura blanca es el Étang Blaou, ya en el Ariège (qué bobada de fronteras, cómo habrá alguien tan idiota que piense que hay alguna diferencia significativa un paso más allá o más acá de una línea imaginaria). Que, ciertamente, en verano es un precioso lago de aguas azules haciendo honor a su nombre, pero ahora… ejem. Colorido, poco más allá del amarillo del líquen en las rocas.
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Y por aquí, llegaríamos al Étang de Peyregrand donde estuvimos el año anterior.
Y aquí, se me ocurrió por primera vez enchufar la función de vídeo. Si no soy buen fotógrafo, como operador de vídeo soy detestable.
Es muy curioso, porque hay más nieve abajo en el valle que aquí arriba. La explicación es fácil, si ahora este puerto está azotado por un viento gélido, la noche pasada lo que debió hacer aquí debió ser una locura. Mil metros más abajo, en los recovecos del valle, y ya el viento meneaba la furgo y acabó rompiendo algunas ramas… Toda la nieve que no estuviera a sotavento de algún obstáculo, fue recogida por el viento y lanzada ladera abajo, dejando estas alturas hirsutas.
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Pulsatilla vernalis
Me encanta esta foto. Esas pilosidades en los pétalos le sirven a la flor para protegerse de las fuertes heladas propias del medio montano del que es propia.
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Saliendo desde el aparcamiento de la estación de Grau Roig, ya cerrada, tiramos hacia arriba a ver qué nos encontrábamos. El día estaba bastante cerrado, pero había que aprovechar lo que hubiera.
En un momento, decidimos separarnos a ver qué vía era más rápida para subir, y fuimos a reunirnos en este rellano, una cubeta llena ahora de nieve. Después de un rato caminando en la soledad de la nieve, ver aparecer de nuevo a mi lobita al otro lado hizo que mi corazón saltara de alegría. Supongo que empate, porque llegamos a un tiempo.
Al fondo, entre nubes, el Pic Negre d’Envalira, donde habíamos estado el día anterior.
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Cabecera del riu l’Espluga. Al fondo, entra en España para pasar por Os de Civís, para luego volver a entrar en Andorra. Sin embargo, es un mismo valle, las ovejas pastan y las águilas lo sobrevuelan sin saber de esas tonterías que se traen los hombres.
Un buen lugar para reflexionar sobre la arbitrariedad de las fronteras, la estupidez de dotarlas de cualquier significado más allá del meramente administrativo.
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De nuevo el Pla de l’Estany, con el refugio al otro lado del «estany», ahora cubierto de una manta nívea.
Estamos rodeados de algunas de las mayores alturas de Andorra, el Pic del Pla de l’Estany (a la derecha, en la foto), Medacorba y Comapedrosa, todos rozando los 3.000m.
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Y estando en el circo, encontramos un repelón del cual se acababa de retirar la nieve. Y es que comer de pie no es nada agradecido. Además, nos amenizó la comida una sesión de mini-aludes, que formaban cascadas de nieve despeñándose por esos precipicios.
Extendimos nuestras vituallas y dio incluso para sacar este bodegón montañero. No es un ágape demasiado copioso, pero suficiente para reponer fuerzas sin ir con la tripa llena. Ya en la furgo, podremos cenar de cuchara.
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Al final del viaje, nos guardamos un par de días para picotear un poco por el prepirineo, menos vertical, mucho más verde, florido y amable.
Aquí, vista de la zona de la Seu d’Urgell, subiendo hacia La Guàrdia d’Ares.
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Buenas fotos mendigo.
Sin duda la que más me gusta es la de la segunda flor que, en una primera impresión, pensé que habías echado mano de algún efecto digital pues parece que le rodea un aura. Luego leí y ya me fije mejor (que gracioso mecanismo evolutivo de adaptación al medio el de dotar de pelos a las mismísimas flores).
Saludos
Comentarios por fouche — 7 febrero 2016 @ 9:42 |
Pues me puse a sacarle fotos mientras comisqueábamos algo, por pasar el rato. Y empecé a ver en la pantalla que estaba quedando preciosa, y ahí le estuve sacando chorrocientas fotos. Realmente, es la única foto que considero decente, de toda la tanda. El resto… bueno, resultonas, porque el paisaje es soberbio.
Comentarios por Mendigo — 7 febrero 2016 @ 15:53 |
Es que la foto de la Pulsatilla vernalis es realmente magnífica.
Qué agradecida es la montaña, me parece siempre preciosa, y me encanta la luz que suele haber en ella.
Comentarios por wenmusic — 7 febrero 2016 @ 10:05 |
La montaña tiene una luz durísima, cuando sale el sol. Taladra, por eso mucha gente le pone filtros UV.
A este objetivo no se lo he puesto y, la verdad, también me gustan mucho las fotos sin él. Simplemente, es la luz que hay, y así se debe reflejar en las fotos, para qué andar haciendo apaños, no?
Que por cierto, tú tienes ahora el Pirineo a tiro de piedra. Aproveita, ti que podes! 😉
Comentarios por Mendigo — 7 febrero 2016 @ 16:06 |
Si, pero vamos más bien cuando no hay nieve! 😀
Comentarios por wenmusic — 7 febrero 2016 @ 19:18 |
Eso es como ir a la berbena pero no a la fiesta! Bueno está para aweletes, pero… 😛
Es coña. Cada uno, cuando guste. 😉
Comentarios por Mendigo — 7 febrero 2016 @ 20:06 |
Se agradecen unas fotos de nieve, este año es la primera que veo así que de pisarla ni te hablo.
Las flores muy bonitas y los paisajes un contraste muy bueno de la nieve con la oscuridad de la roca.
Al paso que vamos la única manera de ver nieve va a ser tirando de fototeca.
Un abrazo.
Comentarios por Javi — 7 febrero 2016 @ 10:58 |
Nas tronk!
Cómo vas a ver nieve, si te metes bajo tierra! 😛
No, en serio, este año es la coña marinera. Ahora, con estas lluvias, supongo que traerán algo de nieve en las cumbres, pero frío… no sé si es que aún no ha acabado el otoño, o ya ha empezado la primavera, pero yo el invierno no lo he visto por ningún lado. La gente (que es gilipollas) está encantada, pero este año vamos a tener unos problemas con las plagas en los cultivos… porque las heladas hacen masacre entre los hongos y las larvas de insectos, manteniendo la población a raya. Pero como ahora tenemos clima tropical…
Esperemos que sea cosa de El Niño y que vuelva a la normalidad, pero realmente este invierno está siendo aberrante.
Un abrazote!
Comentarios por Mendigo — 7 febrero 2016 @ 16:11 |
Y tanto! Teníamos que estar cagándonos de frío y nada. Es de lo más raro… Ojala sea una excepción y no se convierta en la norma, porque si no…
Comentarios por wenmusic — 8 febrero 2016 @ 16:01 |
Pues te digo una cosa… yo echo de menos las heladas. Darme un paseo mañanero con todo el campo recubierto de una costra blanca. Este año me siento como si me hubieran robado algo, como si faltase algo… estoy inquieto. Me han robado el invierno!
Comentarios por Mendigo — 8 febrero 2016 @ 16:09 |
Si, uno no sabe lo que vale algo hasta que le falta. Nunca creí que apreciaría el frío invernal tanto, que lo echaría en falta. Es como cuando pasan muchos días sin llover: como gallego me inquieto. Y mis colegas catalanes o andaluces me miran como si fuera un marciano 😀
Comentarios por wenmusic — 8 febrero 2016 @ 20:00 |
Hola Mendigo:
Paisaje maravilloso sin ninguna duda.
La foto de P. vernallis es espectacular. El contraste de esos pétalos blancos, luminosos, arropando el amarillo de los estambres como si fuesen un tesoro, con el pardo y el verde apagado de la vegetación que la rodea, parecen dotar a la flor de un aura de pureza y santidad.
Echo de menos esos hábitats de montaña pura, alpina, en estas tierras del noroeste.
Un saludo.
Comentarios por Daniel Pérez — 7 febrero 2016 @ 18:36 |
La verdad es que estoy muy orgulloso de esa foto. Especialmente para haber sido sacada con un objetivo kitero chungo (nada de los carísimos objetivos macro) y en condiciones de luz poco favorables (se estaba poniendo el cielo negro como sobaco de cuca).
Lo único parecido a Piris que tenemos es la zona de Trevinca (Peña Negra podría ser casi una de sus montañas, si no por altura por aspecto), pero esos pastos de altura han ardido tanto, tanto, tanto que ya casi que no sale nada del suelo.
Muchas gracias por tu benévola crítica.
Apertas!
Comentarios por Mendigo — 7 febrero 2016 @ 19:58 |