La mirada del mendigo

12 abril 2019

La solución universal

Filed under: Política — Nadir @ 8:47

Y con éste, cierro la terna dedicada a las urnas.

El gran problema que tiene la democracia parlamentaria (eufemismo por oligocracia electiva, que es el término más preciso para definir el sistema político actual) es la incapacidad para formular estrategias a más de cuatro años vista, ya que los partidos no tienen incentivos en diseñar políticas que ofrezcan sus frutos fuera de la presente legislatura. Por ejemplo, un programa de inversiones en inteligencia artificial (o computación cuántica, o nanotecnología… o algo tan sencillo como implementar un buscador de internet y una red de pagos por tarjeta para no depender del monopolio de empresas gringas).

En resumen: el gran problema de diseño del invento que nos colaron con el sistema de partidos (sucedáneo de la Democracia) es su cortoplacismo, cuyas carencias quedan expuestas frente a modelos autoritarios bien gobernados como China y sus planes quinquenales, que identifican objetivos estratégicos y ponen los medios (porque los controlan) para alcanzarlos, o planes estratégicos como el Made in China 2025 que debería enarcar al menos una ceja a cualquier ciudadano del mundo que no sea chino, en el que identifica sectores clave en cuyo desarrollo invertir masivamente. En contraste, la religión económica hegemónica en esta parte del mundo espera a que la mano mágica del mercado los identifique y la iniciativa privada sacrifique la cuenta de resultados durante varios ejercicios en investigación a medio plazo (cuando los warrants de la directiva ya hayan vencido).

Por ejemplo, en el primer punto: identifican y reconocen la debilidad de depender del suministro de microprocesadores fabricados por fabricantes usamericanos (Intel), taiwaneses (TSMC) y coreanos (Samsung) y establecen el objetivo estratégico de diseñar y producir el 40% de los chips y el 60% de los sensores industriales. Y no es un deseo como quien sopla un diente de león, ponen los medios para alcanzarlo.

La comparación con cualquier política industrial diseñada por la carroña política española es turbadora, que no pasan de un brindis al sol con tanto valor como los buenos deseos del año nuevo, dejar de fumar, apuntarme al gimnasio, mejorar mi inglés… y esperar que el libre mercado arregle por sí solo la situación que viene a ser como cruzarse de brazos y decir lo de «¡Dios proveerá!».

Cada pueblo tiene lo que se merece, y nuestro caso es una irregularidad pasajera porque tenemos más.

El crecimiento chino de los últimos años que ha sacado a cientos de millones de sus ciudadanos de la miseria no es fruto de la casualidad, sino la consecución de objetivos estratégicos bien diseñados (no como la payasada del Gran Salto Adelante) y planificados.

Cada vez hay más voces que reconocen la ventaja estratégica de un gobierno autoritario respecto al sistema parlamentario, siempre que éste sea competente y sólo moderadamente corrupto (en el mismo orden de magnitud que un sistema de partidos). Hay que reconocer la evidencia: la capacidad de planificar sin el límite temporal de las legislaturas, y de tener en la mano todos los mandos de la economía (para empezar, el control de los bancos para promover el crédito o cerrar la válvula a voluntad) permitieron capear el temporal de la crisis económica del 2008 y aprovechar los problemas del resto de economías para escalar a la segunda posición entre las naciones, y con el objetivo declarado de superar a la primera.

Pero la solución no es la involución política hacia un sistema autoritario, sino justo la opuesta: la superación del sistema partitocrático y el advenimiento de una democracia radical o, sin eufemismos, simple y llanamente Democracia (que no es sino lo que su etimología sugiere). Esto es, sistema en el cual el legislador es el mismo pueblo que vota directamente los proyectos de ley que le son presentados (la tecnología para hacerlo posible existe desde hace décadas), en vez de elegir intermediarios (mediocres con una capacidad y formación que cada vez se distingue menos de la del ciudadano medio y una honorabilidad claramente por debajo). Los partidos serán sólo corrientes de opinión que sugerirán el voto en uno u otro sentido, pero será decisión de cada ciudadano seguir las directrices de su partido de cabecera o disentir en ese asunto y votar conforme al propio entendimiento e intereses.

De esta forma, liberamos el poder legislativo del corsé de las legislaturas y la ciudadanía tendrá el acicate de votar estrategias a largo plazo pues espera estar en el barco cuando éstas den sus frutos (o, al menos, dejará como pasajeros a sus seres queridos). Esto se compagina con un ejecutivo embridado, sometido al mandato popular de cumplir unas líneas estratégicas, y con su cuello siempre a disposición del público si se desvía de ellas y pretende actuar por su cuenta y riesgo.

Yo quiero votar leyes, no elegir a mariachis con menos conocimiento del sistema que yo para que voten obedientemente lo que les diga su directiva, que será lo que hayan acordado en los despachos con los diferentes grupos de presión que lo financian, controlan y mangonean a los partidos. O si no, que instalen en cada escaño un brazo mecánico que oprima uno u otro pulsador en las votaciones y nos ahorramos al menos alimentar parásitos. O Democracia, o llevemos la robotización al Congreso en aras de la eficiencia y la productividad, igual que se hace en las cadenas de producción. El resultado del dedo mecánico sería indistinguible del actual (seguirían votando a indicación de su jefe de filas), así que el cambio sería políticamente neutro, y realmente, 616 comepollas (350+266) más en el paro no es tampoco grave pérdida.

En política hay dos remedios universales que, combinados, son la solución a casi cualquier problema: educación y democracia.

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11 comentarios »

  1. A medida que te iba leyendo y dando la razón, iba pensando en cómo podría hacerse eso de quitarse los políticos del medio sin tener que cambiarlos por una dictadura indefinida (¿vuelta al Absolutismo?), cruzando los dedos por que los que estén arriba sean espabilados y tengan interés por hacer cosas buenas… Tras dedicar a pensarlo exactamente el mismo tiempo que iba dedicando a leerlo, se me iba ocurriendo transformar el gobierno en una “funcionariocracia”: tener multitud de pequeños “dictadores” especializados (examen riguroso de ingreso, necesidad de formación continua…) bien pagados y considerados, para que la tentación de identificar bien común = bien de mi familia y amigos. Pero funcionarios con contrato indefinido, que no permanente, y que se jubilen, claro está. ¿Y que el pueblo vote, más o menos cuestiones, para sancionar las leyes que se les proponen? Sería lo ideal, claro, y más bien que se votase todo como tú dices, pero ¡qué difícil!, ¿no? Conseguir que “todo el mundo” tenga un mínimo de nivel para decidir qué es lo mejor… Nivel que vendría dado por la “educación”, pero si ni aun teniendo interés por estar formado e informado podría yo considerarme capaz de decidir sobre política energética, ¿qué le vas a pedir al que directamente pasa de todo, y que votará (o no) el 28A según le pillen la resaca y los últimos vídeos intoxicantes que le hayan llegado por WhatsApp? Con estos mimbres, tener una “dictadura eficiente” parece el sistema REALISTA menos malo para protegerse contra la vagancia y el pasotismo generales.
    ¿Qué hacemos si no? ¿Votarlo todo… pero que solo voten unos pocos? ¿Poner un examen para conseguir un carnet de votante que, como el de conducir, haya que renovar cada X años? Lo he pensado más de una vez, la verdad… Tal vez como paso inicial podríamos poner un examen para ser político, y obligar a los partidos a tener políticos especializados en distintas áreas. Empieza a parecerse a la funcionariocracia que dije antes…

    PD. No había caído en la cuenta, hasta que lo has dicho, de que ¿para qué queremos el parlamento, si no hay libertad de voto? Las leyes no se hacen en el hemiciclo, y da un poco igual que el diputado X sea mejor o peor orador si, por mucho que su discursito se vuelva viral un día que le pille inspirado, el ciudadano no va a poder cambiar el resultado de la próxima votación parlamentaria…

    PD2. Gracias por hacerme pensar, por lo demás.

    Comentarios por Antón David Pérez Rodríguez — 12 abril 2019 @ 10:37 | Responder

    • Buenas, Antón. Te contesto.

      1.- bien pagados y considerados, para [evitar] que la tentación de identificar bien común = bien de mi familia y amigos –> ¿Crees que hay menos corrupción entre las personas con más ingresos? ¿Una mayor renta disuade de ser un truhán? El dinero es una droga muy potente, cuanto más tienes más quieres.
      Por otra parte, si ya es peligroso tener funcionarios con contratos blindados, ni me quiero pensar lo que ocurriría si retiras la escasa supervisión que tienen. Se aprovecharían del sistema (como hacen ahora) en propio beneficio en la medida de sus posibilidades aumentadas.

      2.- Lo de que el pueblo no debería votar ya que es ignorante ha sido tradicionalmente la crítica a la democracia, incluso la actual. Durante el franquismo se burlaban de la idea de democracia porque sostenían que eso sería un desmadre. Bien, la sociedad ha progresado, y las nuevas generaciones ya tienen un nivel académico medio en línea con el del diputado medio. Mira un badulaque como el Casado. Es un puro mediocre intelectual, por debajo de la media de su generación. ¿Qué sabe semejante asno de política energética? O cualquiera de los demás, el mismo coletas. El coletas, que no es un genio pero es de los menos tontos del hemiciclo, no tiene ni puta idea de diferenciar unidades de potencia (W) de unidades de energía (W*h). Cualquiera de ellos sabe menos de política energética que yo. ¿Cómo se atreven entonces a votar algo de lo cual no conocen y no puedo hacerlo yo?

      3.- Lo del examen para ser diputado también lo he pensado yo. Unos mínimos. Un examen nivel de bachillerato, y que figure la nota del examen en la papeleta, para saber a qué clase de cuadrúpedo estamos votando.

      4.- Tú imagínate que tuviéramos al mejor de los oradores en el hemiciclo, un Cicerón revivido. ¿Cambiaría el sentido del voto de los diputados de otros partidos? No. De hecho, en el rarísimo caso que un diputado no ha seguido la disciplina de voto, el partido le ha impuesto multas. Y la mayor multa de todas: en la próxima legislatura no entras en las listas. Y esta clase de inútiles, que no saben hacer otra cosa que dar palmaditas en la espalda, siente terror ante la idea de dejar de chupar de la teta sagrada. Los partidos no meten a alguien en listas en posiciones de lanzamiento por su brillante inteligencia, sino por su fidelidad perruna, eligiendo gente que no tenga ideas propias y coraje para llevarlas a cabo en contra de la línea del partido. ¿Para qué quieres inteligencia? Para votar el botón rojo o el verde? Y aún así, se equivocan…

      Toda la oratoria parlamentaria se basa en una fenomenal mentira. Nadie va a convencer a nadie, porque la razón no importa ni lo más mínimo.

      Comentarios por Nadir — 12 abril 2019 @ 22:42 | Responder

      • Ya… no, si mi idea de la «funcionariocracia» implicaba algún tipo de control externo (más allá del judicial, para eliminar al corrupto) que se quitase de en medio al que fuese poco eficiente; no como los que tenemos ahora, vaya. Pero que ha sido solo una ocurrencia no meditada. Lo de «bien remunerados, etc» lo decía porque, de lo que conozco de gestión, que es el ámbito universitario (aunque me da que es parejo en todas partes, comunidades de vecinos y demás), todo el mundo intenta escaquearse de pringar. Y precisamente si alguien se presenta de forma voluntaria, raro es que sea porque tienen ganas de sacrificarse por hacer algo productivo, sino porque son los típicos que les gusta el compadreo, el bar y las charlitas, y que les llamen Director y tener poder de decidir sobre minucias; más que trabajar…

        Me va gustando más lo del examen, si no al votante, sí al político. Igual que me ayuda tener amigos que son mejores que yo y tiran de mí hacia arriba en diversos ámbitos, a mí la verdad me gustaría que me gobernase gente mejor que yo: más lista, más justa, más… todo (y en cambio abro el periódico… y dan ganas de echarse al monte, como ermitaño o con escopeta, según te pille el día). No sé, cosas que tal vez ayudarían:
        – Legislaturas más largas, de diez años. Pero con un sistema de reparto de escaños realmente proporcional al voto, como el que expusiste no recuerdo en qué entrada. Por narices (va a pasarnos ahora pro primera vez previsiblemente, a ver qué tal sale…) eso forzaría a que hubiese gobiernos de coalición, que llegasen a acuerdos de mínimos que la mayor parte de la población pudiese aceptar. Que a ver, yo preferiría que gobernasen «los míos» (que por cierto no tienen representación, y dudo de que lleguen a tenerla) con mayoría absoluta, porque entiendo que sus ideas son mejores; pero antes de tener que comerme las ideas peores de «los otros», pues mejor que lleguemos a un acuerdo menos malo… Estoy pensando en lo difícil que (me) sería quejarse de una dictadura en la que en realidad estés de acuerdo con los que manden…
        – Legislaturas más largas, pero con un referendum ¿anual, tal vez? en el que ir agrupando los temas sensibles (cómo definir «temas sensibles» lo dejamos para cuando lleguemos allá…), y que el pueblo tenga la última palabra.
        – No sé si sería más o menos práctico que esos temas sensibles estuviesen especialmente reforzados; que para cambiar una ley de educación, por ejemplo, hiciese falta una mayoría de 2/3, para que las cosas cuyos frutos tardan en verse tengan mayor estabilidad.
        – Si el examen para político es de difícil puesta en práctica, al menos que haya listas abiertas, y evidentemente libertad de voto en el parlamento. Y que cada candidato se publicite destacando lo que crea que va a ser más relevante (je, me estoy acordando de los candidatos de las primarias de Podemos…). El que sea doctor en Física, que lo diga. El que sea proabortista o antiabortista y como tal pretenda ejercer, que lo diga también. Y ya cada votante que decida a quien apoyar. Supongo que esto haría los partidos totalmente prescindibles; o al menos partidos como los que tenemos ahora.

        Bueno, lamento la chapa. Sienta bien que lo escuchen a uno, siquiera aquí.

        Comentarios por Antón David Pérez Rodríguez — 14 abril 2019 @ 15:52 | Responder

        • Lo bueno que tiene un blog es que es que permite una conversación instrascendente, en la que se pueden apuntar ideas que en un contexto más académico costaría mucho más introducir.

          Venga, vamos al meollo. Te comento alguna de las cosas que propones.

          «funcionariocracia” con control externo –> Si me quitas el término funcionario y lo sustituyes por «trabajador público» (es decir, despedible) te compro la idea. Realmente, habría que potenciar en la administración la figura del trabajador especializado en detrimento del cargo de libre designación puesto a dedo por la consejería o ministerio de turno.

          «me gustaría que me gobernase gente mejor que yo» –> Bueno, lo que tienen que gobernar es el Estado, en teoría al ciudadano no se le gobierna, es libre. Sí, bueno, ya tal. Pero vamos, lo principal: es tristemente obvio que el gobierno del Estado debería estar reservado a las mejores cabezas del país. Si ya dirigir una gran empresa es una tarea de una complejidad inmensa, administrar un país de casi 50 millones de fulanitos debería ser tarea reservada para personas excepcionalmente capaces. Y, de entre ellos, ya elegiremos en función de sus opiniones políticas. Pero ser intelectualmente un portento debería ser conditio sine qua non para postularse en unas listas.

          «Legislaturas más largas, de diez años» –> Pero entonces, reduces aún más la pobre capacidad de decisión del pueblo (en el segundo punto lo compensas con referendum… bueno, ya es más aceptable). Tampoco veo que legislaturas largas impliquen necesariamente gobiernos de coalición (explícamelo un poco más).

          «que llegasen a acuerdos de mínimos que la mayor parte de la población pudiese aceptar» –> Coño, y por qué no llegamos nosotros, la propia ciudadanía, a esos acuerdos?

          «hiciese falta una mayoría de 2/3» –> Si no gobierna la mayoría, gobierna la minoría. Y eso no es democracia. Si una mayoría quiere cambiar la ley pero no puede porque se le pide 2/3, gobierna la minoría que quiere mantener esa ley. Y sí, estoy de acuerdo que debería haber estabilidad con las putas reformas educativas, pero también debería reformarse la educación porque es obvio que no vamos por buen camino (otro ámbito que en el que cada vez hay más tontás, como el rollo bilingüe o ahora la pijada de las tablet y el aula digitalizada).

          «Si el examen para político es de difícil puesta en práctica» –> Pero no tendría por qué. Joder, que son nuestros empleados. Eso es democracia. Seguimos con el chip del Antiguo Régimen, con mentalidad de súbdito. Si les estamos pagando el salario, tenemos derecho a examinarlos, e exigirles el curriculum, y el derecho a darles boleto cuando consideremos que su desempeño no es el adecuado. La soberanía reside en el pueblo, no en el ombligo de los políticos.

          «libertad de voto en el parlamento» –> No, si legalmente la hay. En teoría, son libres. De hecho, está recogido en la Constitución.

          » listas abiertas» –> Pero eso también tiene un problema: el personalismo (que podría degenerar en caudillismo). Y, por otra parte: yo veo más difícil escoger una persona de confianza y valía entre varios candidatos, que escoger entre varios articulados de una ley. Es mucho más compleja una persona, cómo sé yo que voy a acertar, además con tan pocos elementos de juicio? Si incluso conviviendo años con una persona no llegas a conocerla bien. En cambio, votar una ley, es sencillo. La lees y decides. No hay más vuelta de hoja.

          Es lo que me parece vaya. De todas formas, por desgracia todo esto pertenece al dominio de la fantasía, porque seguiremos teniendo mucho tiempo el circo de partidos y candidatos.

          Comentarios por Nadir — 14 abril 2019 @ 23:09 | Responder

          • Culpa mía, por mezclar ideas en el mismo párrafo: no, claro, no son las legislaturas más largas lo que facilitaría los gobiernos de coalición, sino la proporcionalidad real votos-escaños.

            Comentarios por Antón David Pérez Rodríguez — 15 abril 2019 @ 20:52 | Responder

  2. Un poco de educación y democracia:

    Comentarios por pedrojmguerrero — 12 abril 2019 @ 10:52 | Responder

    • Ya los conocía, pero muy bien traídos a cuento.

      Comentarios por Nadir — 12 abril 2019 @ 22:43 | Responder

  3. Mientras leía el artículo se me ocurrió que sería muy fácil que la gente se aburriese de votarlo todo y que al final una minoría motivada con tiempo libre podría manipular el sistema para sus intereses.

    Para evitar el hartazgo de la gente lo mejor sería que los votantes de cada propuesta se eligiesen por azar, de forma que no hubiese que votar más de un par de veces al año.

    También sería interesante si un número dado de ciudadanos elegidos al azar vota en contra de un político este fuese cesado de su puesto. Esto tanto a nivel nacional como autonómico y local.

    Creo que serían unas buenas medidas de control de los políticos.

    Comentarios por JM — 12 abril 2019 @ 15:01 | Responder

    • Lo de aburrirse de votar todo el día… nadie te obliga a que participes en todas las votaciones, sólo en aquellas en las que tengas una opinión formada. Si no la tienes, no entiendes del tema o simplemente no te apetece, no emites el voto y listo. Y sí, en eso tienes razón, habría votaciones que podrían ser ganadas por grupos muy activos. Pero la solución estaría siempre en manos de la ciudadanía: ser activo.
      Pero es que, además, tampoco habría que meterse en tanto berenjenal. Los partidos políticos harían un resumen de por qué considerar que se debe votar a favor o en contra de una ley, según ellos. Y criticarían las razones de los demás, estableciendo así un diálogo que a día de hoy no existe. Y luego tú, si quieres haces caso a lo que dice tu partido de referencia, y si en ese punto no te convence votas al contrario, o no votas, o… lo que te dé la gana.
      Por supuesto, la calidad de las decisiones estará relacionada con el nivel cultural de la población. Lo cual es totalmente justo, y un acicate extra para fomentar el estudio en todas las edades: ser capaz de compartir el gobierno de la polis.

      Comentarios por Nadir — 12 abril 2019 @ 22:44 | Responder

  4. “El gran problema que tiene la democracia parlamentaria”. €ntendo esta-se a referir à da Constitução Espanhola1978. Condicionada pola herdanza e circunstancias dos “poderes facticos”. Froito de um pacto forzado “ad nauseam”. Na minha opinião .Cumpriu seu cometido dabonde (hoje já amortiçada),como um transito a uma Nova constitução . Na que uma sociedade mais “livre e informada”,teria de superar a Democracia Oligarquica e Corporativa aceitada e pactada post-franquista.
    Desgraçadamente, os dirigentes políticos fracasaram . Muito especialmente seus herdeiros naturais PP, que tinham a obriga social, moral ,histórica de retomar a senda liberal-democratica de nos modernizar e pôr-nos à par das social-democracias europeias.
    A dia de hoje o panorama político-económico global e local ,está muito escuro e confuso. Tudos ficamos com a alma em suspenso ouvindo/vendo as banalidades, quando não barbaridades dos “zascandiles” de cada dia,que nos retrotraem a tempos que críamos já ultrapasados.
    Evidentemente em uma Nova Constitução Democratica plena. Entre muitissimas materias fundamentais a abordar. A dos partidos representativos atual, ficam absolutamente obsoleta, absurda…Quando qualquer cidadão todos os días pelas multiple Médias. Pode e quer ser o partícipe do seu próprio destino sem intermediarios que desvirtuem sua real vontade em tempo real.
    Nota bene: Venho escoitar por boca de ilustrados juristas.Repetitivas ponências, sobre a “imposição” , mediante as “soft law” criadas em beneficio, das grandes coporações sobre as legislações dos Estados Democráticos, que craramente corroboram quanto o Sr. tem a bem explicitar na presente entrada.

    Comentarios por ramom nogueira — 17 abril 2019 @ 18:25 | Responder


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